34. Dulce inexistencia. [Parte 3]

46 5 0
                                    

Lo primero que vieron mis ojos fueron al doctor cargando un vestido blanco en sus manos, justo antes de que la lucidez metálica que en realidad era un puñal, se clavara rápidamente y en repetidas ocasiones contra su vientre. No puedo describir lo que me produjo ver aquella escena. Fue realmente tremebundo. Hace tan sólo unos minutos atrás había un dulce hombre sonriendo sin precedentes y ahora esté estaba siendo el verdugo de mis últimas voluntades.

El doctor tenía sus ojos llenos de espanto, y cayó lentamente mientras su sangre cubría aquel atuendo blanco que resguardaría todo mi cuerpo en el ahora día inexistente de mi boda. La impotencia rompía mi alma al ver como el único ser que quería moría frente a mis ojos, y no podía hacer absolutamente nada para salvarlo. No era capaz de entender alguna cosa de lo que estaba pasando, más aún cuando el sujeto de los gestos cariñosos se convirtió en mi peor pesadilla, especialmente cuando volteó a verme sin ningún resentimiento y levantando el puñal lleno de sangre me señaló con el filo. Sabía que pronto iba a morir, pero no quería que fuera de esta forma.

Detestaba la sensación de desesperanza que está situación me producía, más aún de incertidumbre porque ahora todas las preguntas parecían perder sus respuestas. Intenté levantarme de la cama al menos para golpear a este monstruo insensible o hacer algo para ayudar a mi amado, pero fue inútil porque una de sus manos sujeto mi cuello, haciendo tanta presión en el que sentí que me iba a estrangular en cuestión de segundos. No entiendo cómo pude soportar tanto, en mi estado actual cualquier movimiento tenía un costo demasiado alto. Con mis restantes alientos intenté gritar para alertar a alguien, pero su otra mano cubrió mi boca con tal corpulencia que mis labios se reventaron al chocar contra mis dientes.

Su rostro se puso en frente del mío, tan cerca que mi nariz alcanzaba a rozar la de él, y sus ojos reflejaban tanto dolor que cualquiera en su sano juicio habría optado por suicidarse.

Aún seguía sin poder comprender siquiera un poco de todo lo estaba ocurriendo, hasta que vi como su muñeca derecha soltó mi cuello y se abalanzó contra el costado izquierdo de mi frente tan bruscamente que instantáneamente todo se volvió oscuro... Acaso, ¿Estoy muerta?

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora