27. Obscuridad.

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Empecé este cuento mal escrito al que llaman vida con una venda en los ojos donde la oscuridad era la única verdad que se vestía del brillo más sugestivo de todos y las sombras le traían a mi pequeño corazón sincera felicidad.

En días sumergidos en el pasado, creía que todo era más fácil de lo que parecía sí ponías todo tu empeño en lo que harías. La única limitación aparente en aquel entonces era la ausencia de imaginación, porque con ella podías ser un héroe y salvar a todo el mundo de sus peores pesadillas o incluso de sí mismos.

Los años fueron transcurriendo en tanto la luz se adueñó eventualmente de todo mi ser, llevándose consigo la inocencia que tenía cada cosa a su alrededor. Los juguetes se guardaron en el cajón del olvido siendo reemplazados por juegos al azar donde ganar es solo una ilusión, pues, en realidad lo perdías todo al convertirte en uno más de sus esclavos. Las canciones de cuna se transformaron en sonidos retumbantes donde el placer injustificado parece ser el único sentido de la existencia humana. Los cuentos de hadas modificaron su química trayendo consigo los horrores que ignoraba en los diarios donde todo el país parece estar siempre al borde del caos y la destrucción. Los diferentes filmes de princesas que aguardaban al hombre que las haría feliz el resto de sus vidas, desaparecieron por largas historias con poco sentido donde la mujer no tiene precio alguno y el valor del amor se reduce a tener sexo. Las malteadas de chocolate que me acompañaban en los parques al caer el sol, evolucionaron en copas de licor que en ocasiones nublan mi juicio y arrastran mi dignidad hacia la humillación. Los cómics de enmascarados que luchaban por el bien nunca despegaron a la realidad, el mal triunfo en todos nosotros y ahora somos los villanos de este planeta que es nuestro único hogar.

Cuantos más libros almacenó en la biblioteca de mi razonamiento con la esperanza de expandir mi conocimiento, más inalcanzable se hace el regocijo de mi alma, provocando que el vacío sea el único estado de ánimo presente en mí, incluso en los días buenos donde esté se torna insoportable.

Este brillo del cual me protegía la ceguera temporal de la niñez, resulta ser tan lúgubre y repulsivo que no tiene sentido alguno el crecer. Esta condición creada por Dios y corrompida por el hombre, es una larga condena que nos hace anhelar el aroma a golosinas de la infancia donde contabas con padres amorosos, abuelos dulces, amigos leales, tiernas mascotas, familias unidas. Era como estar en el cielo porque no importaba nada más que disfrutar de cada día junto con quienes amas y te aman.

Cada segundo que pasa se siente tan cerca de la muerte y más lejos de la felicidad. Ahora vivo en la claridad donde no hay espacio para la umbría y el infierno es la tierra cuando creces perdiendo poco a poco todo.

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora