Capítulo 12: ¿Todos son iguales?

123 19 196
                                    


Una risa llenó la habitación de aquel pequeño. Todos los de aquella familia sabían que Sasuke adoraba que su hermano fuera a visitarle, y siempre que iba el joven parecía cambiar por completo su carácter.

- Onii-san, déjame otra vez, déjame otra vez. - Suplicó el pequeño de diez años.

Itachi sonrió y le cedió un nuevo shuriken.

- Apunta ahora a ese tronco. - Susurró cerca de su oído mientras señalaba a dicho lugar.

El niño puso una cara de concentración. Puede que solo la luz de la luna iluminara el jardín de su casa, pero era suficiente para que la tarea no fuera muy difícil. Así, tras unos segundos aguantando la respiración, su brazo se movió con rapidez hacia el tronco del árbol y soltó el shuriken con delicadeza.

El pequeño artilugio hizo sonó de manera tenue al cortar el viento conforme se desplazaba por éste, hasta que finalmente impactó en una superficie y un crack sonó de repente.

Si bien el pequeño tenía una sonrisa al inicio, no tardó en deshacerse cuando vio que ni siquiera se había acercado al tronco del árbol y encima había roto uno de los jarrones de su madre.

Un suspiro de desesperación salió de sus labios, pese a su corta edad no soportaba el hecho de estar en una silla de ruedas, lo cual limitaba sus movimientos.

- Nunca lo conseguiré... - Susurró.

Escuchó unos pasos meterse dentro de la casa, por lo que miró detrás de él para ver a su padre entrando con decepción hacia el interior. O al menos el pequeño pensó que era decepción lo que irradiaba del cuerpo de su padre.

- Pues claro que lo conseguirás. - Respondió su hermano, desviando así la atención del chico. - Atento.

Itachi se sentó con una postura similar a la de Sasuke y se preparó para realizar un ágil movimiento con el cual lanzó un shuriken que impactó sin mayor problema en el tronco del árbol.

- Y aún hay más. - Dijo, esta vez sacando tres shuriken.

Todos ellos fueron lanzados. Dos chocaron entre sí, para que al final, todos impactaran en las tres dianas que habían improvisado aquella noche.

- ¿Ves? No es necesario tener toda la movilidad para poder lograrlo.

Sasuke sonrió emocionado. Itachi por el contrario, sintió cómo su estómago se retorcía por dentro. Sabía que aquellas palabras eran verdad, pero en el caso de su hermano, en pocos meses no serían más que palabras vanas y carentes de valor, pues a cada día que pasaba su movilidad se reducía.

- ¡Itachi! - Escuchó desde el interior de la casa.

El mayor apretó un poco la mandíbula y se incorporó de la madera que había en el porche, dejando a su hermano practicando con los shuriken. Sabía perfectamente de lo que iba a hablar con su padre y la verdad es que no le hacía mucha gracia.

Se adentró dentro de la vivienda con tranquilidad tratando de no pensar en la plática que le esperaba. Vio a su padre mirando por una de las ventanas de la habitación, parecía algo enfadado, o quizá, cansado.


- ¿Has progresado algo...?

Hubo silencio por parte de Itachi, al menos antes de que su padre se girara para verle.

- No es fácil acercarme y...

- Ver a tu hermano quedarse cada vez más y más inmovil sí que es difícil.- Gruñó hasta agarrar su frente con frustración.- Te dije que te encamaras con esa chica para acercarte a Daimira, llevas así meses, ¿a qué estás esperando?

Lazos oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora