Capítulo 31: el verdadero amor espera.

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Hoseok yacía acostado de lado en la cama mirando hacia la ventana con las cortinas entreabiertas, dejando ver el cielo celeste oscuro de la mañana, pensando sobre qué tenía que hacer para sentirse mejor. Por más que trataba de pensar en algo para decirle a su padre, una forma de solucionar las cosas con él, todo parecía muy complicado. Ni siquiera cuando dio las pruebas para ingresar a la Academia lo había acomplejado tanto que mantener una simple conversación con su padre en la que él le pedía disculpas por faltar el respeto, aunque no necesariamente se lo haya ganado y eso era lo que más le contradecía. Hoseok no lo respetaba porque fuera una persona igual a él, lo respetaba simplemente por el hecho de que es su padre y le dio la vida. Y tal vez por eso era tan difícil, aún dudaba sobre si llamarlo o no. 

El problema de Hoseok, no era que su padre haya estado con otra mujer, de hecho; siempre sospechó que su madre lo sabía y lo aceptaba, sino que jamás se lo había dicho a ellos claramente -aun después de tantos años-, aunque sabía que no era algo tan fácil de hacer. Pero no había sido sincero, y él pensaba que su padre lo era. Siempre lo había sido; integro, sincero y directo. Hoseok quería ser como él la mayoría del tiempo -aunque nunca lo demostró-, por eso se había decepcionado tanto al darse cuenta que su padre no era el hombre que él creyó, que el amor tan hermoso que se tenían se había destruido así. Y su imagen de él, su idealización, esa fachada que dolía quitarse porque la realidad siempre era la verdad cruel y desgarbada de una hermosa mentira.

Siempre cuesta deshacerse de las creencias de lo que nos hace felices, porque pensamos que es perfecto. Y cuando ya no lo es, todo se ve más sucio y defectuoso, y a nadie le gusta ese cambio. La cosa era que Hoseok ya no quería estar enojado, no quería tener una mala relación con su padre, él quería ser feliz en todos los sentidos posibles; porque si él estaba triste, entonces todos a su alrededor también lo estarían. No podría hacer a nadie feliz.

Por ejemplo: Taehyung. Ese chico agridulce que está abrazándolo por la espalda, con un brazo rodeando su abdomen y la respiración en su nuca. Ese chico que le da calor sin siquiera él pedírselo, ese chico tan hermoso que es hasta doloroso, que le hace tan feliz y a la vez puede hacer que se sienta completamente miserable. Ese chico que calza con todos sus ideales, pero a la vez prescinde de todos ellos. Ese chico del que cayó profundamente enamorado hasta la idiotez.

Sin embargo, aunque estuvieran enamorados, ellos también tenían problemas; podían tener malos momentos, pelear, insultarse, ignorarse y estropearlo todo, pero al final de todas las idas y venidas siempre volvían a ser ellos dos y siempre volvían a embellecer lo hermoso que tenían, que era el más sincero amor, ese amor que no se repite, que es único como todos los amores del mundo. Y estaba tan enamorados de todas sus imperfecciones.

Hoseok sintió como despertaba, dejando de abrazarlo para destensarse y gruñir, con un bostezo de oso que le hizo sonreír. Se dio la vuelta para ver los ojos soñolientos y lagrimosos de Taehyung, sus labios secos y sus mejillas hinchadas: él también tenía sueño, pero el insomnio sólo hacía que se sintiera cansado. Taehyung pestañeo lentamente y volvió a darse la vuelta para abrazarlo, con la cara escondida en su pecho.

- Buenos días, Hoseokie -musito con voz ahogada, sin dejar de abrazarlo con fuerza.

- Buenos días, Taeceloso -burló Hoseok, sin poder evitar bromear sobre la pequeña escena de celos que le hizo Taehyung ayer. Ahora que se sentía mejor, podía bromear con ello, pero en cambio Taehyung volvió a gruñir, sorbiendo su nariz en un quejido lastimero.

- No me digas así... -gruñó haciendo un puchero y alzando la mirada con el entrecejo fruncido. Hoseok se restregaba los ojos con una mano y peinaba el cabello de Taehyung con los dedos de la otra-. ¿Cómo estás?

- Mejor, dormir me hace sentir mejor -contestó Hoseok, dando un casto beso en la nariz a Taehyung, quien la arrugó adorablemente-; dormir contigo, claro.

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