VII.

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CAPÍTULO VII.  

- ¿Hola? - preguntó dudosa Laia.

- ¡Laia! Te presento a Víctor. Él es uno de los grandes empresarios de este barco.

- Un placer - dijo sonriente el chico. - Bueno, ya me voy. Gracias por atenderme, Rachel.

Ella le acompañó hasta la puerta y se fue.

- ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Es empresario tan joven? ¿Tanto dinero tiene? - la bombardeó a preguntas.

- Eh, eh, calma - rieron. - Sólo estábamos hablando y sí, tiene mucho dinero.

Laia levantó las cejas repetidas veces y Rachel la miró extraño.

- No es lo que piensas. Lo acabo de conocer y es imposible que me guste. Además, ya tengo a Chad.

Laia soltó un gran suspiro.

- Chad, Chad y más Chad. ¡Deja de hablar de él! ¿No ves que ese chico te hace mal, te priva de las libertades? No sé cómo te enamoraste de ese… energúmeno. Eso, energúmeno. Trata mal a la gente, la ridiculiza… Se nota que el amor es ciego. En serio, Rach, no te merece. Eres demasiado buena por él. ¡Hasta le das dinero! Flipo contigo, de verdad.

- No tienes derecho a hablarme así, él es mi novio y mi vida. No lo critiques porque en verdad es un cielo de chico. Me ha hecho sentir querida…

Laia puso los ojos en blanco.

- Dime algo que ha hecho por ti sin recibir nada a cambio.

- Pues muchas cosas - contestó molesta.

- Dime alguna - la retó. Raquel se quedó de brazos cruzados pensando.

Los minutos y segundos pasaban pero no obtenía respuesta alguna…

- Ahora no se me ocurre nada pero…

- Pero nada, Rach. Lleváis dos años de relación y no ha hecho nada por ti. ¡Despierta!

Laia, harta de la discusión para hacer abrir los ojos de su amiga, salió al pasillo y se topó con ese tal Tristan. Él la miró con aires de superior y pasó de ella. La chica se cansó y le llamó la atención.

- Oye, tú. ¿Se puede saber cuántos años tienes para hacer las burradas estas?

Tristan sólo la miró y con un bufido continuó su camino.

- Eh, que te estoy hablando.

Cuando Laia perdía la paciencia… no hay quien la pare.

- ¿Qué coño quieres? - preguntó el chico sin girarse.

- ¿Qué te he hecho para que te comportes así? Ayer fui amable.

- No me conoces ni yo te conozco, así que déjame en paz.

Dicho esto, se cerró en su camarote seguido de un portazo. La muchacha decidió tomar el aire y se fue de allí para calmarse. Rachel, que escuchó toda la conversación desde detrás de la puerta, salió y se encontró a Bradley.

- Brad - le llamó. - Ese rubio es tu amigo, ¿cierto? - el castaño asintió - ¿Por qué se comporta así con ella?

- No lo sé, es extraño. Ya se lo preguntaré y te lo diré.

- De acuerdo, gracias, Brad.

El bajito le guiñó el ojo pero Rachel no se dio cuenta. Ella volvió a encerrarse en su cuarto. Pocos minutos después, Laia volvió por donde vino murmurando cosas sin sentido. Sí, estaba cabreada con el mundo.

- Maldito camarero que me ha tirado el ponche por encima, me las va a pagar… - decía tocándose su camiseta mojada.

Pero algo hizo callarse. Más bien, alguien. Del camarote 209 salía una melodiosa voz seguido de alguna percusión.

- You wanna move my way… - cantaba.

Laia, intrigada por saber quién era, miró por la ranura de la puerta y vio al chico que se comportaba tan mal con ella. Se separó sorprendida y siguió escuchando por un buen rato. Le gustaba su voz.

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora