XXI.

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CAPÍTOL XXI.

 

Laia, arrepentida por echar a Brad de forma brusca, decidió pedirle disculpas yendo a su camarote. Antes de llamar al camarote 30, carraspeó y se inventó un discurso mentalmente para ser perdonada luego. No tardaron ni tres segundos en abrir esa puerta, pero para su sorpresa, no era Brad, sino Tristan. “Mierda”, se les pasó por la cabeza a ambos. Prácticamente no hace falta ni describir la escena, los dos se mataban con las miradas de odio. Después de estar segundos que parecían horas, Laia decidió dar media vuelta e irse, pero justo cuando iba a hacerlo, la voz de Tris al fin salió:

-          Pasa, boquimuelle – se apartó para que pasara.

Ella lo fulminó una vez más.

-          Eso es un insulto, idiota – replicó.

-          Lo sé – sonrió maliciosamente y ella rodó los ojos resignada. - ¿Para qué vienes?

-          ¿No está Brad? – contestó con otra pregunta.

Tristan se hizo el ofendido.

-          Creía que venías para adorar a la belleza que tienes delante – la picó.

Ella volvió a poner los ojos en blanco y siguiéndole el rollo, dijo:

-          ¿Dónde? Yo no veo nada.

Él rió sarcástico y después reinó un silencio sepulcral en ese camarote, con demasiada tensión e incomodidad.

-          ¿Cómo está Rachel? – preguntó rascándose la nuca, para dar algo de juego y empezar una conversación normal.

-          Bien, dentro de las posibilidades de saber que tu novio te engañaba – se encogió de hombros triste.

-          ¿¡La engañaba?! Dios, que imbécil.

-          Lo sé. Y resulta que Brad escuchó toda la conversación y se puso violento con sus palabras. Lo tuve que echar porque hacía daño a Rach. Pero ahora tengo miedo que haya ido a buscar a Chad, porque dijo que pagaría por sus actos… - se horrorizó.

Él tocó su hombro para que le mirara.

-          Brad no es muy valiente que digamos, así que no hará nada, tranquila.

Laia sonrió complacida. De veras le gustaba estar bien con Tristan, era un tipo agradable y encantador, a pesar de a veces ser tan odioso e irritante…

Tristan pidió que se sentara y que hablaran mientras esperaban a Bradley. Después de coger algo de beber, el chico se puso al lado de ella y dijo:

-          El otro día Rachel me habló de tu pasado.

-          ¡¿Qué?! – se sonrojó toda. Su pasado era algo que le avergonzaba.

Él asintió.

-          Sí, por eso te quería comentar algo. No te avergüences por lo que eras, es el pasado, no el futuro. Y, ¿sabes? Yo era como tú.

Laia levantó las cejas sorprendida.

-          No me mires así, es cierto – rió él – Bueno, no llegué a robar nada tan importante como tú, pero mi mejor amigo de entonces me metió en todo eso de la droga, alcohol, delincuencia, bueno, ya lo sabes tú bien. – tomó su cerveza y bebió.

-          ¿Y no te arrepientes? – le preguntó curiosa.

-          En absoluto. No niego que nunca volvería a ese entonces, pero gracias a eso, aprendí grandes lecciones de vida y por eso soy como soy. Por suerte, cuando conocí a los chicos ya no era así – sonrió.

-          Yo gracias a Rach pude parar. No sé qué haría sin ella… Pero yo si me arrepiento, porque la herí, y nunca me lo perdonaré. – dijo al borde del llanto.

Tristan lo notó y decidió cambiar de tema completamente.

-          Tu nombre es extraño – soltó.

Laia rió un poco más animada.

-          Soy de Barcelona – le confesó y Tris abrió los ojos – igual que Rachel. Bueno, ella se llama en realidad Raquel, pero no le gusta. Saber que somos de la misma ciudad fue lo que nos junto, de hecho – sonrió. – Y Laia es un nombre muy típico de allí, lo único que nunca he vuelto a ir desde que me mudé con 3 años – se sinceró.

-          Wow. No lo sabía – rieron.

En ese instante, la puerta se abrió y Brad entró con una cara alargada. Miró a los dos presentes con pena, mucha pena.

-          ¿Cómo puedo conquistarla? – preguntó casi desesperado. 

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora