XI (Part II).

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CAPÍTULO XI. (Part II)

 

La alarma de Rachel sonó a la misma hora de siempre. Ella se empezó a preparar y en quince minutos ya estaba fuera. Fue entonces cuando Laia se levantó y se puso el traje que le dieron. A regañadientes se dirigió hasta la cocina. Miró por todas partes para ver si Rachel se encontraba por allá, pero sólo vio a un chico con sombrero de chef. Laia no sabía que su amiga a primera hora trabajaba en el bar.

-          Hola – saludó mirando a todas partes cautelosa.

-          Hey, tú debes de ser Laia – dijo el chico sonriente – Yo soy Douglas, Dou para ti – le guiñó el ojo.

-          Perdona que te pregunte esto pero… ¿Rachel está por aquí?

Él negó con la cabeza.

-          Por la mañana siempre está en el bar.

Laia suspiró aliviada.

-          Gracias.

Las siguientes horas, Dou enseñó a Laia lo que tenía que hacer, pues ella sólo iría por las mañanas. Le costó bastante seguir el ritmo de Mireia, la otra ayudante. Mireia era una chica de Barcelona, mayor que Laia y muy simpática y habladora. Tenía el pelo largo y castaño, pero más claro que la presente y los ojos a conjunto.

La hora de salir llegó y la castaña se apresuró para irse y así no encontrarse su amiga.

-          Buenos días, Mire – saludó Rachel mientras se desvestía. - ¿Has conocido a la nueva compañera?

-          Sí, parece maja pero es rarita, no paraba de mirar a todos sitios – rió.

-          ¿Cómo es?

-          Pues… más alta que yo, aunque es fácil – murmuró riendo – pelo más oscuro que el mío y se llama Laia.

A Raquel se le paralizó el cuerpo. ¿Laia? Ese nombre no era para nada común, así que sólo podía ser ella.

-          La voy a matar.

-          ¿Qué? – preguntó Mireia sorprendida, pero ella ya se había ido.

Caminó a grandes zancadas hasta llegar al camarote. Una vez delante, respiró repetidas veces para no perder la paciencia y contener la rabia. Sacó la llave y la introdujo en la ranura.

-          ¿Laia? – preguntó nada más entrar.

-          Aquí – respondió la llamada fingiendo estar medio dormida.

Cuando Rachel llegó a su cama, se la encontró tumbada con el pijama. Ella se cruzó de brazos y la miró desafiante.

-          ¿Qué pas…?

-          ¿Por qué no me dijiste que eras la nueva ayudante? – Laia no respondió; le daba miedo contestar y que Rachel saltara. Al ver que no decía nada, se le cambió la cara y suspiró. Se sentó en el borde de la cama y la miró apenada - ¿Qué has hecho esta vez?

Tras un silencio mortal, Laia decidió contarle toda la verdad. Rachel la miraba atenta, sin regañarla, pues Laia ya sabía la opinión que tenía su amiga.

-          No te diré nada, tampoco estoy enfadada. Es tu vida Laia, pero me gustaría que no te pasara como en tu pasado…

Laia negó rápidamente eso.

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora