XIII.

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CAPÍTULO XIII.

 

Rachel cerró la puerta del camarote de un golpe, enfadada, pero Laia – quién venía detrás de ella, volvió a abrirla para entrar. Vio a su amiga tirada en la cama con la cara tapada en el cojín y gritando ahogadamente.

-          Rach, ¿qué te pasa? ¿Se puede saber por qué te has ido así?

La medio-pelirroja la miró y se incorporó.

-          No confían en nosotras. Les hemos contado nuestras vidas, ¿y ellos? ¿por qué no nos contaron de su fama? ¡Es lo más importante! – gritó.

Laia decidió no decir nada y dejarla torturarse con sus “tonterías”.

***

Se fueron a sus puestos de trabajo, Laia con Mire y Rachel en el bar. Allí se encontró al cliente habitual, Bradley Simpson. Sin mirarlo ni decir nada, abrió el local y preparó todo.

-          Bueno días, ¿eh? – soltó irónico con una sonrisa el chico.

Sólo recibió una mirada, luego Rachel siguió con lo suyo. Brad se sentó en la barra y en un abrir y cerrar de ojos, tenía delante de él su zumo mañanero. Frunció el ceño, normalmente Rachel y él se ponían a hablar de cualquier cosa, pero ese día era distinto, no pronunció palabra.

-          Oye, ¿qué te pasa? – no obtuvo respuesta – Rach, te estoy hablando. – caso omiso -  ¡RACHEL DANIELLE DIXON! – la llamó por su nombre completo.

Al fin la muchacha se dignó a abrir la boca:

-          Oh, perdón, Bradley Will Simpson, no quería ofender al chico famoso – se burló con algo de odio.

A Brad eso le sentó como si un cubo de agua fría se le cayese encima. Por eso, se limitó a pagar y a marcharse.

Mientras tanto, en la piscina del barco, Laia se asomaba contenta por allí hasta que visualizó a dos de sus amigos.

-          ¡Connor, James! – gritó mientras los saludaba.

Los chicos la vieron y se les dibujó una enorme sonrisa en los labios. Laia ocupó una tumbona y allí se quitó las prendas de ropa, ya que debajo de ellas llevaba el bikini. James le dio un codazo a Connor y cuando éste vio a Laia, casi se atraganta con el agua de la piscina. Maldijo a James y le dio un fuerte golpe, que sólo le provocó risa al rubio. Cuando la chica acabó, se metió al agua despacito, pues estaba muy fría, pero los dos cogieron un brazo y la sumergieron. La castaña salió y empezó a carcajearse y luego aplicó su revancha: hacerles lo mismo. Así que volvió a bucear y tiró de la pierna de James, seguida de la de Connor. Los tres estuvieron riendo sin parar.

-          Dejando las risas a un lado… - dijo Laia – Explicadme vuestra historia. ¿Cómo os conocisteis?

Los dos sonrieron cómplices.

-          Básicamente por YouTube – rieron.

Connor y James decidieron contarles la historia completa, y estuvieron así un largo rato.

-          ¡Qué guay! ¡Tengo unos amigos famosos! – soltó sonriente Laia.

-          No tan deprisa – surgió una voz a sus espaldas – Creo que es muy temprano considerarnos amigos. – Tris ya venía de mala gana – Además, ¿quién sabe si ahora vendrá con nosotros sólo por fama? – preguntó muy desagradablemente.

-          Idiota – dijo Laia yéndose de ese lugar.

Eso le sentó mal, muy mal. ¿No la conocían suficiente como para saber que ella no se aprovechaba de los demás? Se le aguaron los ojos y corrió hasta su camarote, sin dejar de pensar en esas palabras. Tris era demasiado duro y lo dijo de una forma muy brusca. ¿Por qué se comportaba así con ella? ¿Por qué con Rachel se llevaban muy bien?

-          Tristan – le llamó James - ¿Eres idiota o qué te pasa? – lo fulminó con la mirada – Ve a hablar con ella.

-          No lo haré, James.

-          ¡Te digo que vayas! – le gritó.

Tris levantó las manos en modo de inocencia.

-          Vale, vale, mami.

Se secó ligeramente y deslizó sus piernas a grandes zancadas hasta la puerta 23. Respiró hondo y llamó a la puerta. Nadie abría, así que volvió a llamar. En nada, la puerta se abrió y se visualizó la figura de Laia. Cuando la chica vio quién era, la cerró de inmediato, pero Tristan fue más rápido y logró poner el pie.

-          ¿Qué coño haces aquí? ¿Vienes para humillarme más? – preguntó fría.

-          Oye, escúchame – pidió y se apoyó en el marco de la puerta – No quería que sonara así las palabras que te dije.

Tristan aún sonaba muy distante y a Laia no le agradaba para nada.

-          No te voy a perdonar, me ha dolido… - apartó la mirada.

El rubio notó una punzada de culpabilidad en su corazón y decidió coger el mentón de Laia y subirle la cabeza hasta mirarle.

-          Lo siento – dijo.

Tras eso, se fue otra vez y dejó a la muchacha atónita.

-          Papagayo idiota – susurró con una sonrisa en los labios.

***

Rachel terminó su turno de la cena y se dirigía a su habitación para cambiarse de ropa e irse a dormir; estaba agotada. Sacó las llaves y las metió en la ranura correspondiente. Seguro que Laia estaba por ahí con los chicos. Suspiró pesadamente y entró, pero justo cuando iba a cerrar la puerta, alguien entró desprevenidamente y Rachel se asustó muchísimo. Se giró aterrada y vio a Bradley.

-          ¿¡Qué haces aquí?! ¿¡Sabes el puto susto que me he llevado?! – gritó preguntando.

-          Tranquila, sólo soy yo.

Respiró pesadamente y cerró los ojos para relajarse y hasta que lo consiguió, no volvió a abrirlos.

-          ¿Qué haces aquí? – preguntó de nuevo más formal.

Brad, sin permiso, se sentó en una de las dos camas y con un gesto pidió a Rachel que se sentara a su lado, y así lo hizo. La miró con algo de culpa y empezó a decir:

-          Laia me lo ha contado, el porqué estás molesta. Y lo siento, siento no habértelo dicho…

-          ¿No confías en mí? – cuestionó temerosa por la respuesta.

-          No es eso – bufó y miró sus manos, que jugueteaban – Quería que al fin alguien, una persona corriente como tú y Laia, se acercara a mí sólo por ser como soy yo y no por la fama. ¿Sabes lo horrible que es que se hagan pasar por tus amigos sólo para tener algo más de popularidad? – preguntó con dolor – Es lo odioso de la fama… Por eso no quería decirlo, porque las cosas podían cambiar. Pero sé que vosotras sois distintas – sonrió aún sin mirarla. – Por eso en parte me alegra que te hayas enfadado por eso – posó sus ojos en los de ella soltando una risita – porque no eres como las demás.

Sin previo aviso, Brad fue abrazado. Rachel se acurrucó entre su cuello y lo apretó con fuerza. Bradley sonrió y le correspondió.

-          Me siento una estúpida por haberme enfadado – contestó cuando se separaron. – Gracias por decírmelo y querer arreglarlo – sonrió.

Bradley le acarició la mejilla y después depositó un beso en ella, gesto que hizo a Rachel sonrojarse.

-          A ti por entenderlo, Rach.

Y los dos mostraron una gran sonrisa. 

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora