XXX.

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CAPÍTULO XXX.

-          ¿Repetiremos? – se acercó Connor al oído de Laia, haciéndola estremecer y sonrojarse por el leve espacio que les separaba.

-          Está bien – intentó sonar firme – Pero esta vez yo prepararé la… - tragó saliva – cita.

Al rubio le apareció una gran sonrisa de satisfacción. Dejó el camarote de su “amada”, no sin antes besarle la mejilla colorada. Laia dejó un leve suspiro negando suavemente con la cabeza y siguió haciendo la cama.

-          ¿Puedo pasar?

Giró la cabeza para encontrarse a Tristan apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados y con una expresión seria. Ella sonrió un poco intentando contagiarle un poco de felicidad, pero fue en vano.

-          Claro – respondió.

Él se dirigió pesadamente hasta una silla y apoyó sus codos en las rodillas y su cabeza reposaba entre sus manos.

-          Quedarás con Connor otra vez, ¿verdad? – preguntó algo molesto.

-          Sí, ¿algún problema? – ahora fue ella quien se cruzó de brazos.

Apartó la mirada de los ojos cafés de Laia.

-          No lo hagas.

La chica rió sarcástica.

-          ¿Por qué tendría que hacerte caso, Tristan? ¿Confiar en ti cuando tú no lo haces conmigo? – chascó la lengua algo cabreada. – Déjame, es mi vida, ¿sabes?

-          Yo sí confío en ti – sus ojos mostraban mucha sinceridad y la chica se ruborizó ante su confesión – Y te lo estoy diciendo porque terminarás dañada, Laia. Connor cuando se encapricha con las chicas puede ser un encanto, pero luego se cansa enseguida y toda la magia desaparece. – se levantó acercándose a ella – No quiero que ninguna chica más esté mal por su culpa, porque, por muy amigo que sea de él, en el amor es un completo gilipollas.

Su nariz rozaba con la de ella, mirándose a los ojos como si no hubiera mañana. Laia se centró en los labios del chico, que estaban entreabiertos murmurando cosas que ella no escuchaba porque estaba en otro mundo, hasta que cerró los ojos fuertemente y los abrió de nuevo. Separó a Tristan con un ligero golpe en su pecho. Le dio la espalda.

-          Si intentas seducirme para que no vaya con él vas mal.

-          ¿Ah sí? ¿Crees que quiero seducir a alguien como tú, que no te escucha cuando le das consejos? ¿Alguien que realmente es insegura cuando intenta hacerse la dura porque esconde algo que la atormenta? ¿Una persona tan desconfiada y a la vez que se fía del primero que pasa? – gritó muy enfadado – No, gracias, no eres mi tipo. Vas a acabar sola como sigas así.

Cerró la puerta con fuerza. Laia empezó a temblar de rabia y se desplomó al suelo, mientras las lágrimas salían sin cesar; las palabras de Tristan fueron demasiado duras, Laia en realidad era una chica sensible y nunca alguien le había dicho todo eso.

-          ¡TE ODIO! – gritó entre sollozos aún sabiendo que él no estaba allí.

Pero, realmente, estaba detrás de la puerta, escuchando llorar a la castaña y se le encogió el corazón.

-          Eres un completo gilipollas, Evans – se dijo a sí mismo.

Sus celos habían actuado por él, no siendo él mismo quien dijera esas palabras, aunque nunca lo reconocerá, porque negará que esté teniendo sentimientos por Laia. Lo que le mata por dentro es haberla hecho llorar, eso no se lo perdonará jamás. 

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora