XXII.

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CAPÍTULO XXII.

 

La alarma de Rachel sonó como cada mañana, informando que es hora de trabajar. Laia abre los ojos rápidamente para comprobar que Rachel se encuentre bien y esté recuperada para ir al trabajo y, como sorpresa, la vio levantada mirando atentamente a través de ese pequeño ojo de buey que había en el camarote.

-          ¿Rach? – le preguntó.

Ésta se giró con una amplia sonrisa y una alegre aura.

-          Buenos días, Laia.

La castaña frunció el ceño, sin entender lo que estaba pasando. Su amiga se veía espectacular; con los ánimos por los aires y, para rematar, iba perfectamente vestida y con un maquillaje de lujo, como si nada hubiera pasado. ¿De verdad te sientes así el día después de enterarte que tu novio estaba teniendo sexo con otra? No, claro que no, esto era anormal.

-          ¿Qué? ¿Cómo? – preguntaba sin encontrar razón alguna al cambio de ella.

Raquel volvió a mostrarle una gran sonrisa mientras se hacía la cama.

-          No voy a dejar que un completo imbécil me arruine la vida. No permitiré que alguien como él me saque la sonrisa de la cara, eso no.

-          ¡Dios, estoy muy orgullosa de ti! – corrió para abrazarla – Me encanta que pienses así.

Le mostró una media sonrisa y besó la mejilla de Laia.

-          Gracias a ti y al chico que se coló ayer – rió.

-          Oh, Bradley. – le empezó a dar pequeños codazos, insinuándole – Quien sabe si será el siguiente…

La cara de la pelirroja cambió completamente por una de seria.

-          No, eso nunca va a pasar. Dentro de la filosofía que me monté ayer en mi cabeza, no está en mis planes volver a enamorarme. Es más, haré como tú, renunciar al amor. Estoy harta que me hieran, así que bye bye love.

Terminó la cama poniendo el cojín encima y sonrió con el resultado.

-          Pero…

-          No hay ‘peros’. Lo he decidido así y punto – la cortó y fue a coger sus cosas para el trabajo – Además, no habría nadie dispuesto a estar conmigo.

Laia rió sarcásticamente.

-          Habría miles de hombres cayendo a tus pies, cielo – le reprochó.

Rachel rodó los ojos.

-          Lo que tú digas. – abrió la puerta. - ¡Es imposible! – soltó cuando la cerró.

-          ¿Qué no? Ya verás…

Eso lo último se lo dijo para sí misma, sabía perfectamente que Rachel ya no podía escucharla. Sonrió maliciosamente pensando y desarrollando la idea que acababa de tener, encajando las piezas suficientes y, ¡voila! Tenía el plan perfecto para que Brad conquistara a Rachel.

***

-          Por favor, señor capitán. Se lo prometo que todo saldrá bien – le suplicó Laia al hombre de mediana edad que estaba delante de ella de brazos cruzados.

Laia, después del trabajo, se fue hacia el despacho principal, el que residía el hombre más importante para toda la tripulación; el capitán Calvin. Él no era un hombre muy mayor, rozaría los 50 años – y si llegaba, pues parecía más joven – de pelo oscuro como el carbón y de gran altura. Se conocía por ser un hombre muy razonable y con gran sentido del humor, por eso Laia quiso proponerle su idea y que le dejara hacer eso, pero no parecía agradarle mucho.

-          Por favor… - suspiró rendida.

Tras tantas rogaciones por parte de la veinteañera, él cedió.

-          Con una condición – Laia le miró con expectación y alegría – que las chicas podrán ser de cualquier edad.

La chica asintió muchas veces con la cabeza, contenta por su victoria.

-          ¡Gracias! – y casi le abraza, pero cuando iba hacerlo, se retiró. Hubiera sido muy extraño…

Así pues, el mismo capitán no tardó en dar el altavoz y transmitir el mensaje:

-          Buenos días, señores pasajeros. Esta noche habrá algo muy especial, diferente y hasta puede ser divertido. Será una especie de concurso para algunos. En la cubierta del barco, hoy se reunirán diez mujeres y éstas deberán escoger a tres pretendientes que se les presenten. Si las damas presentes quieren participar, sólo tienen que buscar a Laia del camarote 23. Muchas gracias por su atención.

Laia no podía parar de sonreír y se fue directa a buscar a su amigo Brad.

El juego ya comenzaba. 

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora