IX.

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CAPÍTULO IX.

 

-          ¡Rachel, Rachel! – Laia sacudía su amiga para despertarla.

Ella se despertó de golpe desconcertada y miró a su amiga con terror. Laia, sin pensárselo dos veces, la abrazó con mucha fuerza y Raquel rompió a llorar en su hombro. Laia le acarició el pelo y empezó a calmarla.

-          Tranquila, sólo ha sido una pesadilla…

Rachel negó con la cabeza y siguió llorando en silencio. Estuvieron minutos en la misma posición y hasta que Raquel no estaba más relajada, Laia no murmuró palabra.

-          ¿Qué ha pasado?

Raquel se separó de ella y se acomodó en su cama. Cerró los ojos recordando ese sueño…

-          Estaba Chad… - Laia cuando escuchó ese nombre rodó los ojos – y yo también aparecía. Estaba con él y de repente me iba, supongo que al baño, y me quedaba un rato allí haciendo algo que no recuerdo. – más lágrimas cayeron por su cara – Y al volver, me lo encontraba besando a una chica rubia y le decía “Felices 6 meses” y volvía a besarla con mucha pasión – se le cortaba la voz.

Laia le besó la frente y después la acarició.

-          Sólo ha sido un sueño, Rach.

Se quedó mirando a su amiga con pena.

-          Lo peor es que he sentido que era real… - le susurró antes de quedarse dormida profundamente.

Después de eso, Laia la miró por última vez y también se propuso dormir.

Flashback

-          ¿Cuándo dejarás de ser la buena? – se burlaba el moreno con una sonrisa.

La vulnerable Rachel decidió olvidarlo; estaba harta que siempre le dijera eso. Ella vivía por y para los estudios, porque sabía que si no se esforzaba, nunca podría conseguir hacer lo que ella quería. Por eso, nunca salía de fiesta ni nada de eso, se quedaba en su casa con libros siempre en las manos. Por eso, las buenas notas siempre estaban presentes en sus cualificaciones.

-          ¿Se puede saber por qué no tienes una vida social? – la volvía atacar el chico al ver que la muchacha le ignoraba.

Ya cansada, se giró y clavó sus verdes ojos en los del chico. En ellos, había odio, mucho odio, algo que él notó y un escalofrío le recorrió el cuerpo.

-          Déjame, Chad. ¿Para qué quiero una vida como la tuya; llena de putones, alcohol y drogas? No, gracias. Acabarás mal, pidiendo dinero y con muy mala salud. – le contestó.

Chad negó con la cabeza y sonriendo molesto.

-          Y tú terminarás sola y amargada, soñando con encontrar un príncipe como el de tus preciados libros. – dijo de vuelta.

Rachel intentó olvidar ese comentario para que no le afectara. Odiaba que le dijeran que acabaría sola… Se dirigió hacia su casa y se encerró por horas. Pero las palabras de Chad estaban presentes en su cabeza y no salían de ella.

-          Rach, concéntrate en filosofía, por favor… - se repetía.

Una lágrima cayó encima de ese aburrido libro. Ella se la limpió y decidió irse a dormir para calmar el dolor que sentía. Ella estaba vacía por dentro, sólo había letras en su cabeza. Necesitaba vivir momentos, crear su propio libro. Cuando concilió el sueño, pequeños golpes en su ventana la despertaron. Se levantó perezosa y vio que eran las 3:00h de la mañana; seguramente era la ardilla que se pasaba cada noche por su habitación para pedir comida. Abrió la ventana con una sonrisa para ver ese pequeño animalito, pero se topó con dos ojos oscuros y penetrantes.

-          ¿Q-qué cojones haces aquí, Chad? – preguntó echándose hacia atrás.

El moreno entró en su cuarto y la cogió por la muñeca mientras la miraba.

-          Lo siento tanto, Rachel… no quería tratarte así.

Ella se deshizo del agarre y fue retrocediendo hasta que se topó con la pared. “Mierda”, pensó. Tenía la posibilidad de gritar, pero no quería despertar a su familia. Además, su gran secreto era su amor incondicional por ese chico, el que se encontraba delante de ella.

-          ¿Por qué me pides perdón? Sólo has dicho lo que pensabas… - desvió su mirada.

Chad se acercó más a ella y le acarició la mejilla.

-          No, no era lo que pensaba. No acabarás sola, Rachel, estarás conmigo.

Sin dejar replicar a la chica, Chad besó sus labios con fuerza y pasión.

-          Te quiero y lo siento por todo lo que te he dicho. – dijo entre besos.

Cuando pararon, Rachel sonrió y le contó sus sentimientos.

-          Ven, vámonos – la arrastró hasta la ventana.

-          ¿A dónde? – le preguntó ella.

-          En mi hábitat.

Y desde entonces, Rachel vivió su época de motos, alcohol y todo lo que comporta entrar en el mundo de Chad. El año siguiente, dejó de asistir a clases para pasar todo el día con Chad y su pandilla, donde pudo conocer a Laia.

Laia era amiga de la hermana de Chad. A partir de allí, Laia y Rachel se hicieron inseparables.

-          No creo que Chad sea bueno para ti – le dijo la castaña cuando revisó sus notas.

Rachel le quitó sus cualificaciones de sus manos.

-          No es de tu incumbencia. – le respondió.

-          Ya te lo encontraras – se encogió de hombros la otra.

Fin del flashback

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora