XX.

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*Recomendado escuchar alguna canción lenta, especialmente Amnesia de 5 Seconds Of Summer.*

CAPÍTULO XX.

 

Los cinco se apresuraron para llegar cuanto antes a ese camarote; el 23. Laia tenía un mal presentimiento, seguro que su amiga estaba completamente en un mar de lágrimas.

Y tal y como predijo, desde el pasillo se escuchaban fuertes sollozos, haciendo que el corazón de Laia se encogiera, deseando que su plan hubiese tenido éxito y no escuchar – aún no la había visto – a Rachel llorar así. Pero por otra parte, esto había sido lo mejor, la relación se había roto de una vez por todas.

-          Chicos, mejor que entre yo sola – informó – Creo que estará incómoda si estamos todos. Después os contaré lo que ha hecho ese malnacido.

Todos asintieron sin decir nada, estaban preocupados. Aunque conociesen ese par de chicas de tan sólo una semana y media, les cogieron mucho cariño todos ellos. Ellas eran listas y astutas, con una pizca de humor diferente la una a la otra, y las dos se complementaban perfectamente. Era fácil coger confianza con ellas.

Laia abrió la puerta cuidadosamente, para no asustar a la afectada.

-          ¿Rach? – preguntó lentamente mientras se acercaba al cuerpo tumbado en su respectiva cama.

Dejó sus cosas en el armario y se sentó al lado de la muchacha desconsolada, y le acarició su espalda suavemente para intentar calmarla, pero sabía que no daría resultado. Rachel se giró y Laia la contempló en sus peores condiciones: sus ojos estaban muy rojos e hinchados, sin que las lágrimas cesaran de salir; su nariz también estaba roja y en sus labios había cortes que salía sangre, seguramente se los mordía para no notar el dolor del corazón.

-          Quiero morir, Laia – sollozó fuertemente y se tapó la cara con las manos.

-          Sht, Rach. Nunca digas eso. – le sacó las dos extremidades – Ahora cuéntame que ha pasado.

La pelirroja se acomodó en la cama, con un cojín en la espalda. Cerró los ojos para parar de llorar, pero le era imposible; la imagen de su querido Chad – sí, aún lo quería, ¿quién olvidaba un amor en pocas horas? – seguía en su mente, sin salir de ella.

-          Cuando se ha ido al baño… - cogió aire – Alguien llamó, era su móvil. La muy lista yo – lo dijo con ironía – lo he cogido y una chica hablaba diciendo que quería repetir lo de anoche. – un lloriqueo más fuerte salió de su boca. – Me engañaba, Laia, me engañaba…

-          Será hijo de puta – murmuró la otra – Rachel, ese no te merecía.

-          Me dijo que necesitaba tener sexo – dijo seca.

Laia negó con la cabeza sin creer lo que su amiga decía. ¿Cómo alguien podía ser tan… despreciable?

-          Rach…

-          No, Laia. No me digas que todo estará bien. No valgo nada…

-          ¿Qué? ¿¡Qué no vales nada?! Rachel por dios, eres una de las personas más fuertes que conozco – la interrumpió. – Tú vales mucho y te mereces a alguien mejor que ese gilipollas.

-          Escúchame. – la castaña asintió – No valgo nada. – Laia iba a decir algo, pero Rachel la calló - ¿Sabes por qué? Mis tres relaciones se han ido al garete por lo mismo. Infidelidades y más infidelidades. ¿Por qué? Porqué no les complacía, tan emocionalmente como sexualmente. Soy alguien…

-          Ni se te ocurra decir la palabra. Eres alguien maravillosa que Dios te ha puesto pruebas para que te hicieras más fuerte con el dolor. Por eso debes levantar la cabeza por tercera vez, por favor.

Rachel se limpió las lágrimas y Laia la abrazó, algo que agradeció ella mentalmente, era justo lo que necesitaba: el abrazo de una gran e inseparable amiga.

-          Gracias – le susurró.

Y de repente, la puerta de entrada se abrió de par en par, y la silueta de Brad apareció.

-          ¿Qué hac…? – se sorprendió Laia.

-          Rachel – se dirigió a la dolida – Tú eres una persona muy grande, con un corazón que casi no cabe en el pecho. Juro que ese idiota va a pagar por esto, lo juro. ¿Cómo se atreve a engañar a una persona tan hermosa como ella?

Rachel volvió a llorar, de vuelta con las imágenes de horas antes en la cabeza. Laia se levantó para tranquilizar a Bradley.

-          Brad, creo que será mejor que te largues… - le pidió educadamente – Rachel está muy débil – le murmuró al oído.

-          No me voy a calmar, Laia. ¿Tú puedes creerte lo que ha hecho? ¡Ha vivido engañada dos putos años, joder! ¡Y encima estaba con ella por el dinero!

-          Brad. Fuera. – le obligó.

Y de un portazo, lo echó. Ella volvió con su vulnerable amiga, quien volvía a llorar sin parar. Le dolía mucho verla así, pero ella ya no podía hacer nada. Por eso, decidió que era mejor dejarla sola por un tiempo, que descansara.

-          Laia… - fue llamada antes de salir – quiero despertarme con amnesia y desear que todo ha sido un maldito sueño. Olvidar todos los problemas porque realmente no estoy bien…

Laia le sonrió como pudo y besó su frente. 

If only you were mine... |The Vamps|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora