Capítulo 5: Hay alguien aquí

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Emma.

La clase de idiomas me parece una real tortura, no me puedo concentrar en nada de lo que dice la profesora; me siento ansiosa y demasiado extraña, así que pido permiso para que me dejen ir al baño.

Necesito echarme agua en la cara y pensar con claridad, salgo del salón atrayendo la atención de todos. Es frustrante siempre ser el foco de atención cuando no lo pido, me hace ser mucho más cuidadosa y precavida a la hora de realizar cualquier movimiento.

Cuando noto que los pasillos están vacíos, siento que por fin puedo sacar todo el aire que he contenido. Me dirijo a los baños lentamente, pues no me apetece entrar a clase por ahora. Cuando entro, suspiro de alivio, también está vacío.

Abro el lavamanos y me echo agua en el rostro, mojo sin querer algunos mechones de mi peluca e intento ajustarla mejor, no sé por qué, pero hoy me duele mucho la cabeza y me arden los ojos, me da ansiedad no poder quitarme esta peluca y lentes de contacto.

Cuando veo mi reflejo en el gran y ancho espejo me dan ganas de llorar, esta es la yo que es aceptada, la yo que no existe, que no es real. Leonard dice que no piense en mi futuro, pero es imposible no hacerlo. ¿Cómo no pensar en el mañana si puede ser igual al hoy? Estaré condenada por toda mi vida a fingir, no podré tener amigas reales con las cuales poder abrirme y contar mis secretos, no podré dar un paso más con ningún novio por temor a que la peluca se corra, no podré casarme... o tener una familia, porque mi madre jamás permitirá que este secreto se revele.

Salgo del baño cabizbaja y sumida en mis pensamientos. El dolor de cabeza está aumentando y empiezo a recordar cosas que no debería, como la llegada de aquel chico...

¿Por qué sentí tanta fascinación? ¿Por qué actué así?

De repente mis pensamientos son interrumpidos cuando choco con alguien y pierdo el equilibrio, en mi torpeza caigo golpeándome el culo con el piso.

— ¡Ay! —lo primero que hago es cerrar mis piernas, tengo vestido y no quiero que nadie vea más de lo que debe y tome fotos.

Una mano aparece en mi campo de visión y la agarro con firmeza, sin embargo, inmediatamente siento esa corriente invadirme por cada rincón del cuerpo y mi respiración empieza a fallar. Me levanto con rapidez y miro su rostro... es él.

Una media sonrisa aparece en su rostro junto con un hoyuelo en su mejilla.

—Hola —dice el chico, su voz tenue y gruesa, de repente empiezo a sentirme nerviosa—. ¿Estás bien? —me pregunta.

Sí, estoy bien, pero mis labios no se mueven para dar una respuesta. De repente noto que sigo agarrando la mano del chico así que la suelto con rapidez.

—Mi nombre es Stefan Walker, mucho gusto —extiende su mano nuevamente.

—Emma —le respondo en un susurro, pero no puedo devolverle el apretón y mucho menos seguir mirando su rostro, así que desvío mi mirada—. Emma Clare.

— ¿No me vas a mirar al menos?

— ¿Ah? —volteo con rapidez y nuestros ojos chocan. Gran error.

Sus ojos parecen dos túneles oscuros que pueden atrapar a cualquiera que los quede mirando, son tan hipnóticos y hermosos a la vez, pero, también hay algo de maldad en ellos, no sé porque tengo este remolino en mi cabeza, pero no me gusta.

—Lo siento —susurro.

—No debes disculparte, no conmigo —su sonrisa se extiende más y siento el esfuerzo y falsedad a leguas.

Es igual a todos. Estoy cansada de este tipo de personas, son mi pan de cada día. Intento que mi circulo de personas cercanas sea pequeño, por eso no socializo con facilidad y no dejo que más personas entren a mi vida, entre menos personas menos mentiras.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora