Capítulo 13: Sabes que te gusto

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Volteo y mi mirada choca con la de Leonard. Está enojado, se nota en su postura, en sus ojos, en su mandíbula apretada y en su interior, no debería leer a las personas después de lo que ha pasado, sin embargo, me es imposible controlar mis propias emociones y me he convertido en una antena receptora sin ningún filtro.

—Intentaré hablar con ella —suspira y desvía la mirada, no puedo negar que duele... y mucho—, hay cosas que tú no entiendes y con este comportamiento solo demuestras que no estas preparada para saberlas.

Quiero responder a eso, en mi mente ya he planeado las palabras perfectas para defenderme, pero me quedo callada y con la mirada baja. A veces solo hace falta una palabra para destruir a una persona, y yo no soy así, no puedo serlo.

Leonard sale de la habitación cerrando la puerta a su paso. Pasan unos minutos en los que me quedo totalmente inmóvil y en shock. Todavía no puedo creer que le haya hablado a mi madre de esa forma.

—Todo sería diferente si estuvieras aquí —las lágrimas vuelven a tomar control de mi—, ¿Por qué me abandonaste papá? ¿Por qué...?

Recuerdo cuando mi padre me contó cómo conoció a mi madre, hablaba con tanta felicidad que hasta yo me emocioné; ambos habían coincidido en una fiesta privada, él estaba en la barra conversando con unos compañeros cuando ella entró y captó su total y completa atención.

Mi padre decidió dar el primer paso y cuándo notó su seriedad se prometió así mismo no terminar la noche sin sacarle una sonrisa; y lo consiguió, fue una noche llena de risas y sonrisas, coqueteos y miradas, palabras bonitas y momentos silenciosos, fue una noche perfecta para ambos.

Él había terminado su carrera de derecho, ella estaba abriéndose paso en la industria de la moda; se enamoraron, se casaron, me tuvieron a mí y se alejaron de todo para iniciar de nuevo. Aunque su relato me había enamorado, también me había conmovido, porque desde pequeña supe que ambos habían renunciado a sus familias por mí, para que menos personas se enteraran de mi existencia y mi peligro fuera menor.

Recuerdo las palabras de mi padre cada vez que le preguntaba por qué tenía que esconderme, él me respondía que mi belleza jamás sería comprendida, que las personas únicas nunca son bien aceptadas por la sociedad, que por ser especial mi maldición seria vivir siempre en las sombras. Pero, que la sombra también era un bonito lugar para vivir si encontrabas a alguien con quien compartirla.

Él fue mi fuerza cuando me sentía débil, me decía palabras de aliento cada vez que las necesitaba, me defendía de mi madre cada vez que ella se enfadaba conmigo; me enseñó a controlar mis poderes, me ayudó a no enloquecer mientras mi madre solo se quedaba observando. Él fue nuestra felicidad, él era lo único que nos unía, y cuando se fue, nuestro lazo se rompió para siempre.

Mi madre se encargó de todas las precauciones necesarias para que mi verdadero yo se mantuviera oculto, y siempre me ha querido controlar como un títere... pero Leonard siempre fue su cinturón de seguridad, él nos ayudó cuando mi padre falleció, intentó unirnos a mi madre y a mí, y lo logró, pero con un pequeño hilo... y yo me encargué de usar las tijeras.

Y, por último, mi memoria trae a flote el peor de los recuerdos; el día en que mi padre murió... Yo estaba con Leonard en casa, él estaba encargado de cuidarme y ambos jugábamos a las muñecas; de repente sentí un horrible dolor, mi cuerpo estaba quemándose por dentro, grité y grité. Leonard intentaba ayudarme, pero nada ni nadie podía hacerlo, mi cuerpo convulsionaba de dolor hasta que simplemente ya no dolía, dejó de doler, pero un horrible vacío quedó, como si arrancaran un pedazo de mí. No sabía cuál de mis padres era el que había muerto, pero sabía que había perdido a uno de los dos.

Mi madre se encerró por casi dos meses en su habitación, yo apenas podía controlar mis emociones, estaba devastada, pero mejor era enfocarme en el dolor de mi madre que en el mío. Leonard fue el único que me dijo acerca de la muerte de mi padre... un accidente automovilístico, no le creí, pero decidí que lo mejor era no preguntar.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora