Día 5: Viernes

2.7K 191 18
                                    

Viernes

Nunca me he sentido tan cómoda en la oscuridad como ahora, no le temo, es como si fuera parte de mí, por eso no abro mis ojos, quiero seguir dormida disfrutando de la paz y tranquilidad que hace mucho no experimento.

Intento girar mi cuerpo y moverme, pero mi cuerpo choca con otro; por unos segundos creo que estoy soñando hasta que me abrazan y quedo atrapada en unos brazos que conozco a la perfección; abro mis ojos y me incorporo con fuerza, me mareo unos segundos y mi visión es borrosa, cuando logro regresar al mundo real mi corazón empieza a martillear.

No fue un sueño, todo fue real... él fue real.

—Deja de mirarme así —respingo, no me había dado cuenta de que lo estaba observando embelesada por su imagen. Mis ojos lo recorren; sus parpados y sus pestañas, su expresión relajada, sus labios entreabiertos en una sonrisa—. Emma... —me regaña y yo sonrío.

—No te estoy mirando, estoy dormida —bromeo.

Paso mis manos por mi cabello blanco intentando acomodarlo detrás de mis orejas. Anoche fue una noche especial, tranquila, divertida... normal. Es lo que siempre quise tener con alguien, esa especie de conexión donde lo más común se vuelve mágico.

—Buenos días —abre sus ojos oscuros de repente, robándome todo el aire de mis pulmones.

Su cabello despeinado, sus cejas pobladas, su piel perfecta, sus labios gruesos y provocadores... ¿Por qué siempre pienso en sus labios? ¿Por qué no puedo olvidar sus besos?

—Emma... —vuelve a regañarme y vuelvo a espabilar, recién levantada estoy más lenta que de costumbre.

Es un poco raro saber que no tengo nada cubriéndome, que soy yo en cuerpo, alma, pensamientos, emociones, que soy la verdadera Emma que siempre he querido que los demás vean y que únicamente Stefan conoce.

— ¿Dormiste bien? —le pregunto.

—Muy bien, omitiendo tus ronquidos y tus patadas nocturnas.

—Yo no ronco, y mucho menos pateo —él se echa a reír y le pego un manotazo en el hombro.

—No quiero ir al instituto —susurro estirándome un poco—, quiero quedarme aquí, contigo —rodeo su cuerpo con mi brazo —me acuesto a su lado y lo abrazo escondiendo mi rostro en su pecho y entrelazando nuestras piernas, ya no tengo vergüenza, no con él.

—No vas a ir ¿Sabes qué hora es?

—Oh mierda —me alejo y me siento en la cama.

—Linda boquita ¡Eh!

Me levanto de la cama y busco mi celular, tengo varias llamadas perdidas de Leonard y posiblemente mi madre venga por mi pronto. Reviso mi WhatsApp rápidamente y leo los mensajes.

Leonard: «¿Dónde estás? ¿No vas a ir a clases?»

«¿Peleaste de nuevo con tu madre? Está muy enfadada y no quiso ni que mencionara tu nombre. ¿Qué pasó?»

Lo positivo es que mi madre no vendrá a buscarme y asesinarme, lo negativo es que posiblemente me odia y se arrepiente de ser mi madre.

«Estoy bien, me acabo de levantar... lo siento, el despertador no sonó. Hoy no iré al instituto... luego te explico, no te enojes.»

—Creo que ya... arreglé el asunto... del instituto —se me humedecen los ojos, intento ser fuerte y concentrarme en el chico que sigue acostado en mi cama.

— ¿Pasaremos todo el día juntos? —me encanta su sonrisa inocente, no le pega mucho y se ve extraña en él, pero aun así me encanta.

—Si —asiento acompañando mis palabras—. ¿Tienes planes para hoy? —alzo una ceja.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora