Capítulo 38: Jamás te lastimaría

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— ¡Wow! —exclama el chico de la caja cuando sus ojos chocan con los míos. Me incomoda su expresión, parece embelesado.

—He terminado —me dirijo a Stefan, agarro unos lentes oscuros y me los coloco con rapidez.

—Yo también —me sonríe.

—Deberíamos...

—Ya lo he hecho —dice antes que termine la frase. Miro hacía la chica que nos atendió en la entrada, está concentrada atendiendo a dos mujeres ya mayores, ninguna nos detalla—. Olvidarán todo apenas crucemos por la puerta.

— ¿Puedes quitarte los lentes y la capucha? —retrocedo unos pasos, me sorprende la petición repentina de aquel chico—. No te asustes, solo quiero ver de nuevo el rostro más hermoso que he visto en mi...

—Listo, nos vamos —Stefan agarra mi mano y me saca del sitio antes de que pueda decir algo.

No suelta su agarre y yo tampoco quiero que lo haga, solo me dejo llevar e intento ignorar la vergüenza que siento, además, también tengo curiosidad sobre cómo sabe la diferencia de los protectores femeninos.

—Oye... emmm, gracias —evito su mirada a toda costa, él acompasa su ritmo al mío y caminamos uno al lado del otro.

—No hay de qué —se coloca unas gafas igual a las mías, no lo había detallado antes. Él también se ha cambiado y tiene el cabello húmedo.

—Quisiera saber...

—Mis hermanos se divertían mucho en el reino mortal, a veces con varias nefilims que encontrábamos en el camino —frunzo el ceño, no entiendo que tiene que ver eso con lo que estaba preguntando—, una vez me atraía una de ellas —continua—, nada serio, únicamente tenía curiosidad en el ámbito sexual, gracias a ella aprendí un par de cosas sobre el funcionamiento del cuerpo femenino. Digamos que en el infierno no hay clases de educación sexual.

— ¿Tú? No entiendo, no es algo que pegue contigo.

—Tuve una vida antes de ti, Emma. Nos tocaba venir a menudo, mis hermanos tenían misiones y yo debía acompañarlos, observar, aprender y replicar.

Me quedo en silencio, no quiero más explicaciones. Siento que hay algo que me está ocultando y no presionaré para que lo diga. Además, no se me olvida lo que ha dicho de aquella mujer que le ha enseñado, siento que no fueron clases únicamente teóricas.

—Deja de darle tantas vueltas a eso —alzo mi rostro y veo su mandíbula tensarse—, quisiera tener el tiempo para contarte mi pasado, aunque ese no importa, solo vive en nuestro presente y piensa en nuestro futuro.

—No quiero saber tu pasado, no me interesa tu presente y rezo porque te largues en un futuro —me suelto molesta de su agarre. Escucho como resopla detrás de mí.

No puedo negar que hay algo que me molesta, aunque no lo admitiré en voz alta, cada vez soy mejor en callarme y no demostrar lo que siento, o bueno, eso creo.

— ¡Emma! —el grito de mi madre me paraliza. La observo correr hacía mí y a Leonard detrás con cara de cansancio.

—Mamá... yo... —intento dar una explicación, su mirada me manda a callar y me agarra de la muñeca arrastrándome con ella.

—No quiero palabras —gruñe para nosotras—, contigo esto siempre será así —me suelta cuando llegamos al auto.

Quiero decirle que lo hemos dañado, pero al verlo no tiene ningún rasguño, sé que es obra de mi madre, tengo curiosidad de saber como funcionan sus poderes y de lo que es capaz de hacer.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora