Capítulo 23: Dejarás que muera

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Stefan

Ya no tengo opción, he caído. He caído por ella.

Tuve mis dudas, mis momentos en los que quería rendirme solo para dejar de verla, para que el corazón que siempre pensé que no tenía dejara de latir. Lo supe desde que la miré por primera vez, esa chica se volvería mi perdición.

Pasé la noche observándola dormir tranquilamente, esta vez estaba presente en mi cuerpo físico, podía tocarla, sentirla... nada comparado al verla en las sombras, mis sentimientos quedaron cada vez más claros cuando pronunció mi nombre en sueños y sonreí con orgullo.

Era yo quien estaba en su cabeza, era yo a quién deseaba, a quién quería, a mí, al hijo de Lucifer que había ido a la tierra con el único propósito de destruirla, alguien que no merecía ser amado ni deseado, alguien que tenía claro el camino que debía seguir. Ella lo cambió todo, me cambió.

Estoy completamente enamorado de esa chica, no puedo ocultarlo o negarlo, no más, no si eso nos lastima; lo intenté, intenté alejarme, intenté que me odiara, intenté matarla... pero ya no puedo seguir así, no cuando mi corazón sufre si ella sufre.

Es claro el camino que debo seguir, rebelarme causará estragos en el infierno, y mi destrucción estará asegurada, pero al menos podré estar a su lado este tiempo, podré hacerla reír, arreglar lo que yo mismo he destruido. Podré ser feliz.

Lucifer creó a los oscuros para que fuéramos superiores a todas las criaturas del infierno, para que lo ayudáramos a gobernar, él jamás ha cometido errores y mucho menos en la creación de sus hijos. Pero, después de estos días me he dado cuenta de que siempre hay una primera vez para todo, y yo fui el primer error de mi padre. Planeo luchar, es más, no tengo otra opción que luchar, así como Lucifer originó la rebelión en el cielo, yo debo originar la rebelión en el infierno, sé que Lucifer no se quedará con los brazos cruzados y mis hermanos aprovecharán para destruirme a mí y a lo que quiero.

Siempre he sentido que el infierno no es lugar para mí, todo me aburría y no le encontraba sentido a nada; intenté divertirme con mis hermanos, cometí muchas injusticias en el mundo mortal, jugué con los sentimientos de muchas mujeres, asesiné a muchos hombres y me divertí con el dolor de todos. Pero al final me sentía vacío, inútil.

Camino por los jardines de este maldito instituto, para mi es más parecido a una prisión que a un centro educativo; me estresan los mortales, me hostiga todo, y más cuando siento que he ido demasiado lejos, estoy haciéndole mucho daño a Emma y no sé cómo evitarlo, es demasiado tarde. El jardín está desolado, todos deben estar en clases, sin embargo, me detengo cuando veo una figura muy conocida sentada en una banca. ¡Maldita sea!

—Pensé que te habías largado. Tienes prohibido intervenir —gruño cuando me acerco lo suficiente para ser escuchado.

—Lucifer me dio permiso —contesta restándole importancia—. Él quería que te apresurara.

—Casi la matas —me coloco en frente de él.

—Pero la salvaste —Amón se levanta y me mira con sus ojos rojos—. Lindos ojitos nena —se burla.

— ¿Te falla la inteligencia? Jamás me han gustado mis ojos originales, además, no puedo usarlos aquí.

—Porque no deberías usarlos aquí, es más, ni siquiera deberías estar haciendo lo que haces.

— ¿Qué hago? —me hago el desentendido—, ¿Mi trabajo? —si miento lo suficientemente bien, podré proteger a Emma hasta que finalice la semana, después de eso veré que hacer.

—Vaya Adonis... siempre haces lo que te place, pero jamás imaginé que salvaras a la mortal que tienes que asesinar, que te cambies el nombre, los ojos, que ocultes tus alas y te vistas como uno de esos sucios terrenales... ¿Acaso quieres cambiar quién eres? —su reproche me entra por un oído y me sale por el otro.

—Tengo siete días.

—Corrección, te quedan tres días sin contar este —Amón empieza a caminar a un lugar más apartado y lo sigo—. Explícame por qué la salvaste.

—No necesito darte explicaciones a ti, pero tú si a mí. Casi arruinas mi prueba intentando matarla. La paralizaste, la arrojaste a la carretera como un saco de basura e hipnotizaste al conductor para que no se detuviera ni bajara la velocidad.

—Lucifer me dio permi...

—Lucifer jamás permitiría lo que hiciste. Es sabotear mi prueba.

—Por favor, Stefan, si alguien sabotea la prueba eres tú mismo.

—Mentira —rujo.

—Stefan, has estado tras el culo de ella como perro faldero, entiendo que sea hermosa, tanto como para tentarte, pero no olvides quién eres y lo que viniste a hacer —odio que me regañe y me trate como un niño al cual debe guiar—. Fóllala, déjala, mátala y vuelve a tu lugar.

Aprieto mis manos en puños, no haré nada de lo que ellos esperan; mi meta es protegerla de todos incluyéndome a mí mismo, jamás me dejaría llevar si eso la lastimará después.

—No lo harás —Amón chasquea los dientes y niega la cabeza con desaprobación—. Lo veo en tu mirada, no le harás daño...

—Completaré mi prueba.

— ¿Dejarás que muera?

—Sí, morirá a mi manera —le doy la espalda, la rabia me corroe y necesito tragarme el temperamento—. Lárgate al infierno.

—No puedo —me rodea y se coloca al frente de mí—, ordenes de nuestro creador, no puedo regresar sin ti, y tú no puedes regresar hasta que ella muera, mientras, estoy condenado a ver desde la lejanía tu trágica historia de amor.

— ¿De qué hablas? —frunzo el ceño, estoy a punto de mandarlo a la mierda y destruirlo con mis propias manos.

—Los observo, siempre lo haré. No diré que estoy todo el día pegado a ustedes porque mentiría, pero tengo informantes en cada rincón.

—Faltan tres días, en tres días completaré el reto —miento nuevamente.

—Recuerda... con Lucifer no se juega, Adonis. Tienes dos días si no quieres que yo meta mis manos en el asunto, y lo haré a mi manera.

Amón extiende sus alasnegras y despega antes de que pueda responder.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora