Capítulo 26: Tengo miedo de perderte

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Estamos acostados en el césped observando el cielo resplandeciente, repetimos lo de anoche, con la diferencia de que esta vez no me dejarán sola.

Después de media hora de caminata logramos entrar a mi casa, me costó convencer a los porteros de no decir ni una sola palabra sobre mi compañero, bueno, me tocó hipnotizarlos sutilmente mientras Stefan estaba distraído. Todavía no me siento del todo bien usando mis poderes en otras personas, pero algunas veces es necesario, además, no le hago daño a nadie... aunque ya lastimé a alguien.

Eso no se repetirá. Me mantendré en control la próxima, nadie debe enterarse de eso, es más, intento borrar el recuerdo de lo sucedido, no es lo correcto, debería afrontar lo que hice, pero no soy capaz de hacerlo.

Esta vez encontramos la llave más rápido y no había necesidad de escalar mucho para tomarla, pues la había dejado en un lugar accesible.

—Me siento muy diferente a tu lado —pienso en voz alta. Me siento excesivamente apenada, volteo mi rostro para observar el suyo y me encuentro con una bella sonrisa.

—Eso es bueno ¿No?

—Sí... ¿No te parece raro? Nos conocemos hace un par de días.

—Yo siento que ha pasado una vida —murmura.

Yo también. Pero no deja de sorprenderme la velocidad en la que dejé que este chico entrara a mi vida y a mi corazón, siempre he sido prevenida y nunca permitía que nadie se acercara tanto a mí, a lo que soy.

—Entiendo que debes estar confundida contigo misma —continua y yo le presto total atención—. Es más, yo también lo estoy, pero el tiempo no significa lo mismo para mí. Creo que puedes estar con alguien por siglos y jamás conocerla por completo.

Ambos nos incorporamos y nos sentamos, nuestras miradas van hacía el lago. No sé porque con él quiero mostrar todo lo que soy, todo. Una parte de mí me grita que me quite la peluca, que le muestre mis verdaderos ojos, que le confiese sobre mis dones, quiero ser sincera con él, me cuesta mentirle como a todos los demás.

—Vienen muchas complicaciones —me mira y noto la tristeza en cada una de sus facciones, no quiero verlo así, ni que se sienta así.

—Lo sé —mi madre es una de ellas—, estaremos preparados.

—Es imposible estar preparado para luchar con el infierno —baja progresivamente la voz hasta que la última palabra es un susurro.

—Desearía extender esto, sentir libremente a tu lado.

—Yo también, siento que en cualquier momento puede acabar.

—Acabará cuando alguno de los dos lo acabe —mi preocupación es evidente, porque de los dos él siempre es el de las dudas e inseguridades, temo que nuestra burbuja se explote y todo esto desaparezca en un parpadeo.

—Sí, lo sé.

— ¿Tú lo acabarás?

—No, Emma, tú lo harás —la seguridad con la cual responde me deja perpleja.

Agarro su rostro y hago que me mire, instintivamente lo leo, no es algo que quiera o que busque, simplemente pasa. Hay una carga emocional demasiado fuerte proveniente de él, hay tantos sentimientos y emociones mezcladas que me concentro en distinguir el más fuerte, y es miedo.

—Tengo miedo de perderte —responde como si me estuviese leyendo la mente, lo suelto y me alejo un poco de él, necesito tomar aire.

—No... no de-berías —se me entrecorta la voz.

—Emma, debes alejarte de lo que te lastima, piensa siempre en ti, en lo que quieres, lo que necesitas. Y si yo te hago más mal que bien debes huir.

—Prométeme que no lo harás, no te irás por mucho que te lo pida, no mientras me sigas gustando como me gustas ahora —lo suelto, suelto mi confesión, mis sentimientos profundos hacía él—, no sé qué me pasa, mi cabeza es un caos, mis sentimientos también —hablo con desesperación y mis ojos empiezan a humedecerse.

—Emma...

—Te necesito ¿Okey? —empiezo a temblar. ¿Qué me está sucediendo? ¿Por qué actúo tan irracionalmente solo con pensar que esto puede acabar? —. No diré que te necesito como el aire para respirar, porque sería mentira. Yo puedo respirar sin ti, puedo vivir sin ti, no eres indispensable en mi vida, pero si lo eres para mi corazón, me rompe solo pensar en un futuro sin ti.

Imágenes sin sentido aparecen en mi cabeza, sombras, fuego, un beso, unas manos con cenizas, lágrimas. Escucho un grito, un sollozo. Siento tristeza, pérdida, dolor.

—Se está repitiendo, y por más que intentes escapar, ya tienes tu propio destino. Estas definiendo tu camino. Esta maldición la has creado tú.

Me cubro el rostro con las manos mientras intento tranquilizarme. Odio esa maldita voz.

— ¿Estás bien? —pregunta jalándome de mis antebrazos para verme—Emma... Emma...

Me desconecto. Más sombras, más figuras, pero esta vez reconozco la de él. Más fuego, más dolor, él llorando... lágrimas normales deslizándose por su rostro.

—Ya —alzo el rostro y me levanto con rapidez. Intento no mirarlo—, estoy bien, vamos al lago, quiero remar.

—Saldrá mal, te lo advertí.

—Salga o no mal, es mi decisión —murmuro.

— ¿Qué? —Stefan se coloca al frente de mí.

—Nada —sonrío, aunque todavía estoy muy desubicada—. Estoy completamente loca.

—Somos dos.

—Entonces seamos locos juntos —le tiendo la mano.


Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora