Capítulo 34: El fuego infernal

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Esto parece el infierno en la tierra y todo por haberme enamorado de alguien que no debía. Mi casa por fuera está destruida por completo, hay un desastre, parece que un huracán hubiese arrasado con todo, muchos de los árboles están caídos y hay destrucción por donde vaya, y, no hay ningún rastro de mi madre.

— ¡Tenemos que salir de aquí! —escucho que grita Leonard detrás de mí.

— ¡No me iré sin mi madre! —grito devuelta.

— ¡Emma! —nuevamente el grito de mi madre perfora mis oídos, viene directo del auto. Ni siquiera lo pienso y corro hacía él.

— ¡Emma no! —grita Stefan y me quedo pasmada, veo como el auto explota a poca distancia de mí.

Cierro los ojos, y cruzo mis manos para intentar protegerme el rostro. Alguien me tira al suelo y me cubre con su cuerpo. La explosión nos hace volar por los aires y aterrizar en el suelo con fuerza. Los oídos me pitan y mi visión se nubla por el humo.

El fuego no me toca, pero siento un ardor horrible en la espalda y grito por el dolor. Me levanto con ayuda de Leonard y corro hacía donde se encuentra tirado Stefan.

— ¡Joder! —grito, me duele mucho.

Stefan está herido, está herido por protegerme con su cuerpo, yo estoy intacta, sé que el dolor que siento no es el mío, es el de él, Estamos más conectados de lo que quiero admitir.

Entre Leonard y yo levantamos a Stefan, él gruñe de dolor y rodea nuestros cuellos con sus brazos. Tomo su mentón con mi mano y lo obligo a mirarme, veo en sus ojos que la sensación de dolor es desconocida para él, la está experimentando hace poco y no sabe muy bien como procesarlo.

Lo miro con lágrimas en los ojos, todos tenemos nuestros rostros ennegrecidos por la ceniza; no quiero que él sufra, lo quiero demasiado, no entiendo cómo puedo encariñarme tanto a una persona que solo me ha hecho daño.

— ¿Eres idiota? —le gruño con seriedad mientras una lagrima se desplaza por mi mejilla—. Deja de lastimarte, también me lastimas —él conoce el significado de mis palabras, lo sé por la forma en la que me mira.

Doblo mi cuello un poco para ver la situación de su espalda, sigue quemada, pero ya no luce tan mal como antes, está sanando, lento, pero lo hace, el dolor también desaparece poco a poco, lo siento.

—Angelito, no podrás abrir tus alas por unos minutos —se burla Leonard, lo fulmino con la mirada—. Es fuego infernal lo que ha quemado al chico —dice más serio.

—Lo sé —le gruñe Stefan—, no soy idiota.

—Lo digo para informarle a ella, niñito descarriado...

— ¡Basta ya! — los regaño, no es momento para que se pongan a discutir—. ¿Qué diferencia tiene el fuego infernal del normal?

—Puede lastimar a las criaturas infernales. Quema su cuerpo y devuelve su alma al infierno, allá se regeneran después de un tiempo. En cuanto a los humanos, si ese fuego nos envuelve, muere nuestro cuerpo y nuestra alma se queda en el infierno sufriendo por toda la eternidad.

— ¿Por qué hay fuego infernal en mi maldito auto? —gruño.

Caminamos hacía una parte despejada y nos sentamos en el pasto. Reviso nuevamente la espalda de Stefan, intento quitar la tela pegada de la camisa y él hace unas cuantas muecas de dolor.

—Amaba esa camisa —le gruñe Leonard. Ni siquiera me había dado cuenta de que se había cambiado, al menos ya no me desconcentraré con su pecho al descubierto.

—No sé cómo Amón lo logró controlar, es demasiado difícil y debilita a los ángeles, el único que puede usarlo correctamente es Lucifer. Lo positivo es que no los tocó a ustedes y a mí solo me hizo una pequeña herida.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora