Capítulo 39: Te amo

966 93 0
                                    

Me levanto con un gruñido, coloco la mochila sobre mis hombros y aunque pesa no la dejo. Miro de un lado al otro y camino como puedo, no hay nada, no lo veo. Miro al cielo, nada. Siento un dolor que me desgarra a cada paso, ni siquiera miro mi pierna ensangrentada, solo pienso en él. Si Amón no ha aparecido es porque está con Stefan.

— ¡Emma! ¡Tenemos que salir de aquí! —grita mi madre. Volteo y la miro con rabia, sé que mis ojos están brillando al igual que mi cabello porque noto su luz en la oscuridad.

—¡No me iré a ninguna maldita parte! —le grito con fuerza. No pienso dejarlo, nunca.

—Está perdiendo mucha sangre —dice mi madre con un tono de frustración.

Leonard se quita su saco negro y rompe una manga, siento un dolor terrible en la pierna, al verla veo la sangre brotando de ella sin parar. Me siento, débil, mareada y con ganas de vomitar. Leonard me indica que me siente, debe quitarme el pedazo incrustado de vidrío y hacer un torniquete; le obedezco porque eso hará que gane tiempo para Stefan.

Leonard arranca el vidrío y grito de dolor, mi madre se coloca a mi lado y me agarra de la mano. Me hacen el torniquete y empiezo a sentir la pierna adormecida.

Todos pegamos un salto cuando escuchamos un estruendo en el cielo, miro hacia arriba, la noche está ganando terreno, en una hora estaremos completamente a oscuras. Hay dos figuras en el cielo que poco a poco se hacen más visibles, veo que uno de ellos cae en picada por los aires, y me da un vuelco al corazón, sé que es Stefan.

Veo como cae hasta que lo pierdo de vista, de repente caigo al suelo cuando siento un dolor que me quita el aire, todo el cuerpo me duele de una forma que me mata. Como si fuera yo la que hubiese caído desde esa altura, estoy sin aire y siento como si todos mis huesos estuvieran rotos. Pasan unos minutos en que mi madre intenta que cobre el sentido.

—Stefan... —murmuro.

— ¡¿Qué es lo que quieres?! —escucho a mi madre gritar. Leonard me carga entre sus brazos y me aprieta a su pecho, estoy sudada y con una fiebre que me va a matar. Veo la figura de Amón acercarse a nosotros.

—Clarissa no te metas, me estás dando demasiados problemas y no quiero recordarte que le debes mucho al infierno; tú y tus tratos son lo que te han colocado en esta posición, nunca te pareció suficiente, siempre deseabas más de lo que tenías y mírate.

El mareo desaparece al escuchar las palabras de Amón, no sé de qué habla, pero mi madre se pone pálida como una hoja en blanco, siento que los brazos de Leonard me sueltan y mis pies tocan el piso.

— ¿De que estas hablando? —le pregunto a Amón, trago grueso cuando este me mira con su habitual diversión.

—Hola Emma... —odio como pronuncia mi nombre.

—¿De qué hablas? —repito.

Veo a mi madre y una lagrima corre por su mejilla. Sus ojos me expresan su dolor y desesperación. Es muy raro que algo le afecte tanto que haga que llore en público, ella usualmente es una roca, aunque a mí jamás me ha engañado; ahora que lo pienso, he estado desconectada de cualquier sentimiento u emoción de las personas a mi alrededor, es muy extraño, debe ser porque todavía no sé ni como lidiar con las mías propias.

—Mamá, ¿Qué no me has contado ¿De qué tratos con el infierno está hablando? —me dirijo a ella, espero que me responda con total honestidad.

—No... no —ni siquiera puede hablar. Esto no es nada bueno. Miro a Leonard, pero él esquiva mi mirada y mira al suelo.

— ¿Qué está pasando aquí? —les pregunto perdiendo la paciencia. Amón empieza a reír y siento un escalofrió recorrerme el cuerpo. Se está divirtiendo con todo esto.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora