Día 3: Miércoles

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No he hablado con mi madre porque al parecer piensa que soy yo la que se debe disculpar, en parte tiene razón, pero se quedará esperando. Tengo mi orgullo y no lo echaré a la basura por darle gusto, no más. Me siento mal, realmente me siento mal, pero después de llorar y pensar mucho, sobre todo, me di cuenta de que debo mantenerme firme, aunque me duela, si quiero que tomen en cuenta no puedo hacer un espectáculo y pedir perdón al día siguiente.

Termino de arreglarme para ir al instituto lo más rápido posible. Hoy es el tan esperado baile del que me enteré hace poco y no quiero ver a mi madre y que me recuerde como debo comportarme; Salgo de mi habitación vestida con unos jeans, un saco blanco que me queda grande pero que me encanta, unos tenis blancos y mi cabello falso recogido en un moño. Tengo cero maquillaje y cero estrés, me puse unos lentes de contacto nuevos; luzco sencilla y me siento cómoda, así que logro mi objetivo.

Bajo las escaleras con rapidez y salgo silenciosamente de la casa, comeré algo en el instituto, prefiero eso a tener que comer sus menús y aguantármela. Abro la puerta y encuentro el auto ya parqueado afuera de la casa, entro en el auto y me encuentro con la cara sonriente de Leonard, al menos hoy alguien amaneció de buen humor.

Le devuelvo la sonrisa como puedo y cierro la puerta, Leonard arranca mientras tararea.

—Hay un sándwich de pollo con bastantes calorías a tu lado —volteo mi cabeza y mi sonrisa se vuelve autentica. Cojo el sándwich, le quito el envoltorio y muerdo con ganas, tengo demasiada hambre, tanto que sé que me quedaré hambrienta después de esto— ¿Cómo dormiste? —pregunta mientras me mira por el retrovisor con una sonrisa.

No sé por qué está tan de buen humor, pero no pienso preguntárselo, ayer quedaron muchas cosas que hablar entre nosotros.

—Bien —miento y evito su mirada mientras sigo comiendo.

No pude pegar el ojo en toda la noche, sigo sintiendo que hay algo malo en mi habitación, que me están observando en todo momento, hay una mala vibra, además, la voz se ha vuelto cada vez más insistente, pero no quiero hablar con nadie de esto. Creo que es porque la presión que he sentido estos días me está afectando.

—Emma, tu madre te manda un mensaje —le presto atención—, quiere que llegues temprano a casa para la prueba de los vestidos y el peinado.

No pienso llegar temprano, pero omito esa información para mí. Odio a los modistas y estilistas de mi madre, los que arreglan mi cabello creen que tengo alguna enfermedad que no permite el crecimiento de este y mi madre los ha hecho firmar cientos de contratos confidenciales para que no hablen acerca de esto, tienen prohibido dirigirme la palabra y tienen que omitir el hecho de que tengo peluca y actuar como si fuera mi cabello real para que yo no me deprima o algo así.

La solución más fácil sería tinturar mi cabello blanco al negro. Pero todas las veces que lo hemos intentado el tinte se desprende a los minutos de secar y el cabello continúa con su color natural.

—Si... Leonard hoy me llevará Brad —le miento, noto que está en desacuerdo—, por favor —agrego—. Quiero tranquilidad por algunos minutos en mi vida, necesito pensar en muchas cosas, reflexionar... además, tengo muchas cosas que hablar con ella.

—Le diré a tu madre que me mandaste un mensaje a última hora, creo que cuando sepa que estás solucionando las cosas con Brad, se sentirá más tranquila —Leonard siempre me cubre en todo, eso es lo bueno de él, me hace sentir como una adolescente normal.

—Gracias —digo con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando llegamos al instituto me bajo del auto después de despedirme correctamente de él.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora