Capítulo 35: Eres un desalmado

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Stefan

Solo pensaba en ella, en lo que puede estar haciéndole mi hermano en estos momentos. Me siento frustrado, impotente, furioso, desesperado. No sé qué hará Amón y no quiero esperar a averiguarlo; si él quiere puede acabar con la vida de Emma con sus propias manos.

Tengo que moverme, y rápido. Intento estirar mis alas nuevamente, pero están tan magulladas que es imposible, no volaré por un largo rato. Continúo corriendo junto a Leonard, él está agotado, sus pasos son cada vez más lentos, y el hecho de que nos ataquen varios demonios en su forma original no ayuda mucho. Estoy esperando el momento adecuado para poder deshacerme de ellos, solo hay una forma de hacerlo y no puedo hasta recuperar un poco mis alas. Así que mientras tanto solo nos queda correr y matar el tiempo.

Después de varios minutos en los que yo mismo llego a mi nivel máximo de frustración lo intento nuevamente, siento como se desgarra mi piel al salir mi ala dorada, el dolor es asqueroso y me molesta saber que Emma también lo puede sentir, aunque me lo niegue, ella tiene sentimientos profundos por mí.

Arranco dos plumas y gruño de dolor. Estoy debilitándome más rápido de lo que pensé y el dolor me está dejando paralizado. Antes solo sentía un pinchazo por más fea que fuera la herida, ahora es diferente, ahora el dolor me ahoga.

Leonard sigue disparándole a los demonios para ganar tiempo y distraerlos, no sirve de nada porque esquivan las balas o impactan en ellos y no causan absolutamente nada.

Estoy a punto de romper una de las reglas infernales más importantes, dejando en claro que no me arrepiento o retracto de mi decisión. Ningún oscuro debe dañar los demonios de otro. Son reglas de hermandad para mantener la paz entre nosotros mismos. Al crearnos Lucifer nos dio mucho más poder que a cualquier otra criatura infernal, pero no él suficiente para derrotarlo a él. Nuestras plumas funcionan como dagas poderosas que pueden destruir demonios y ángeles caídos, además, si un oscuro le clava la punta de su ala a otro justo en el pecho, podría herirlo y devolverlo al infierno, donde este tardaría unas horas en recuperarse.

Cualquier oscuro puede crear nuevos demonios, hasta los ángeles caídos si tienen el suficiente rango, estos son creados por Amón, así que son más fuertes y expertos en el arte de la guerra.

— ¡Leonard! —el idiota voltea hacía mí y le tiro una de las plumas.

— ¿Que hago con esto? ¿Les hago cosquillas? —me va a sacar de mis casillas, aunque sabe mucha información de mi mundo sigue siendo un estúpido mortal. Cree que sabe todo cuando le falta mucho por aprender.

—Destrúyelos clavándoles la punta —le gruño—, tus balas son lo que les da cosquillas —lo miro furioso, si sigue jodiendo le clavaré la pluma a él.

Las plumas de los ángeles son fuertes, resistentes, gruesas y sagradas. Y el inútil se burla comparándolas con las de una paloma. Me desquicia.

Dejamos de retroceder para iniciar la lucha con los innumerables demonios que tenemos a nuestro alrededor, son muchos y entre más pasa el tiempo son más, solo quiero abrirme paso para llegar a ella. Empezamos a luchar y los demonios caen derretidos en el suelo, pudriendo el césped a su paso. Aunque el mortal me desquicia, no puedo negar que sabe pelear.

Por la dirección que tomó Amón, sabemos que la tiene en el lago, él siempre ha sido de los que ama el drama y el sufrimiento excesivo, hará que Emma le tema a su lugar favorito. Algunos demonios desaparecen y no se atreven a enfrentarnos, saben que teniendo mis plumas será imposible vencernos, además Leonard tiene un no sé qué que lo protege de posesiones, Clarissa sabe lo que hace.

Parece que el camino se despeja y puedo tomar un respiro, cuando he bajado la guardia escucho una risa malévola, una figura aparece de las sombras y pongo mis ojos en blanco. Que fastidio el dramatismo de Amón.

— ¡Brad! —grita Leonard.

—Lo matas tú o yo —digo sin importancia.

—Recuerda que Emma lo sentirá —lo fulmino con la mirada, no quiero que me recuerde que Emma quería a ese idiota, así sea un simple cariño... me desquicia.

—Él ya está muerto, Emma ya debió sentir su muerte, cuando se desmayó varias veces creo que sintió las tres mescladas.

—Por eso estaba tan débil —asiento.

Emma no dejaba que las personas se acercaran a ella y eso es positivo, pero las pocas que estaban en su vida, así fueran por compromisos con la sociedad y su madre, ella les cogía cariño y se acostumbró a ellas, no la culpo, su soledad la llevó a aferrarse a todos esos inútiles.

—Yo me ocupo de él —Leonard saca su pistola—. No merece morir por ti —otro dramático, lo que me faltaba.

Él apunta con tristeza y se escucha el sonido del , la bala le atraviesa el cráneo limpiamente. Sonrío cuando cae al suelo con un estruendo.

—Eres un desalmado —me reprocha.

—Ese chico me importa una mierda —señalo su cadáver—, tú también y Clarissa más. Los oscuros no sentimos empatía, por eso mis sentimientos por Emma me desconciertan, el resto puede quemarse en las llamas del infierno, pero si le pasa algo a ella... yo... —de solo pensarlo me duele.

Escucho el crujir de unas ramas, maldita sea, Brad se ha levantado.

— ¡Es un demonio mayor! —grito caminando hacía él empuñando mi pluma—, le daré el golpe final —sonrío.

Disfrutaré esto, y mucho.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora