Capítulo 40: El último día

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He llorado hasta que no he podido más. He pasado por diferentes etapas, en la primera grité, golpeé, maldije, quise bajarme del auto en movimiento y terminé desmayada por falta de aire. Sucedió lo que quería evitar, no solo lloré por mi madre, sino por todos y por todo.

¿Qué mal le había hecho yo al mundo? Es incomprensible todo lo que ha pasado. ¿Es pecado querer vivir? Sé que siempre soñaba con la libertad y criticaba mi vida llena de reglas y prohibiciones, quería rebelarme, ser feliz. Nunca le hice daño a nadie, viví fingiendo ser la hija perfecta, la novia perfecta, la amiga perfecta, a veces mi mente me juega malas pasadas ¿Será que por andar quejándome ahora lo he perdido todo? Ya no soy la hija de nadie, no tengo ningún novio y menos amigas, porque todos han muerto.

Una parte de mí quiere seguir viviendo únicamente para demostrar que nadie, por mucho poder que tenga, puede jugar con la vida de los demás como si no significara nada. Me cogieron de juego, no les importó absolutamente nada, solo era una chica a la cuál usarían para que uno de los oscuros realizara su ridícula prueba.

Me aferro con fuerza a mi vida, no hay peor castigo que vivirla; vivir recordando todos los que murieron por mi culpa, por la de Stefan, por la de Dios y Lucifer. ¿Desde cuándo un ser importa más que otro?

La segunda etapa de duelo fue la peor, ahí comprendí que debía vivir más que nunca. Empecé a golpearme, a pegarme puños mientras sollozaba, me dolía todo. Recordé los rostros de todos aquellos que perdí, los momentos buenos, porque no todo era malo. Stefan intentó detenerme, sostener mis brazos, decirme palabras de aliento.

Y la tercera etapa fue la de aceptación, dejé de engañarme a mi misma, me recordé que todos habían muerto, que había familias que llorarían sus pérdidas tal como yo lloraba la de mi madre. Estuve en estado de shock por varias horas, de vez en cuando se derramaba alguna lagrima, ya no tenía muchas por soltar.

Leí a Leonard, tal como hice con mi madre cuando mi padre falleció, soy una masoquista irrespetuosa, pero eso me calmó, me concentré en el dolor de alguien más para no pensar en el mío. Él no había dicho ninguna palabra, ni siquiera volteó a verme ni una sola vez, solo se concentraba en conducir, su impotencia y rabia me hacían ver las cosas desde su perspectiva, él no pudo luchar o defenderla, es solo una persona común y corriente que no tiene las capacidades para luchar a lo que nos enfrentamos.

No sé si alguna vez le confesó a mi madre sus sentimientos, es más, ni siquiera se despidió de ella, así que también hay demasiado arrepentimiento. Y, su emoción más grande es la tristeza, el sentimiento de pérdida es abrumador, él de verdad la quería.

Estoy con mi cabeza pegada a la ventana, fingiendo estar dormida; me he alejado todo lo posible a Stefan, no lo quiero ni ver, aunque hizo lo que mi madre le pidió, jamás le perdonaré por detenerme, quizá si me hubiese quedado mi madre cambiaría de opinión, quizá solo necesitaba unos minutos más a su lado, y si no lograba convencerla... al menos podría morir a su lado.

Mi madre se sacrificó por mí, para que Amón no me encontrara, es otra de las razones por las cuales debo seguir viva, tantos sacrificios no pueden quedar en vano, y aunque intenté ocultármelo a mí misma, descubrí la verdadera razón por la cual debo seguir con vida... necesito vengarme.

—Lo siento —le dice Stefan a Leonard en voz baja, siento que me mira, intento seguir inmóvil y respirando con lentitud.

—No es culpa de nadie —la voz de Leonard suena muy rasposa.

— ¿Sabías que esto pasaría? —se hace un silencio por unos segundos.

—Si —esa respuesta acelera mi ritmo cardiaco, intento controlarme, quiero seguir escuchando y no puedo delatarme—, pero jamás estuve preparado. Clarissa siempre me contó cual sería su destino, y antes de desmayarse dijo que se acercaba lo inevitable.

— ¿Le dijiste que la amabas? —aprieto mis manos en puños, siento un nudo en la garganta.

—No —suspira—. Jamás lo hice —el auto se detiene un momento y escucho la respiración pesada de Leonard. Siento su dolor, es horrible, tengo ganas de abrir mis ojos y darle un abrazo.

— ¿Te arrepientes? —Stefan usa muy cuidadosamente cada palabra, no está siendo grosero ni altanero, es más, parece que también estuviera triste, pero no quiero leerlo, suficiente tengo con Leonard.

—Hay amores que no están destinados a ser, no significa que sea menos valioso o poderoso. Ella sabía lo que sentía, siempre lo supo, y una parte de mi cree que también pudo sentir lo mismo por mí en algún momento. Y aunque no fuera así, me siento feliz de haberle entregado mi corazón —Leonard vuelve a arrancar el auto a la vez que sorbe por la nariz—. ¿Qué planeas hacer? Sé que estás enamorado, Clarissa lo sabía, y ella también lo sabe, hasta creo que también lo está.

No, no quiero que hablen de mí, ni de mis sentimientos por Stefan.

—Solo sé que no me importaría perderlo todo por estar a su lado.

—Clarissa te ha dicho que la... protejas —la voz de Leonard se entrecorta—, no debes separarte de ella. Sé que ambos están confundidos, sus sentimientos surgieron demasiado rápido, y aunque no sé la razón, ella si lo sabía.

—No sé si es amor, no sé que es amor, pero te aseguro que quiero estar a su lado, aunque me odie.

—Todos sabemos que solo tú puedes protegerla, enseñarle y ayudarla. Fue el deseo de Clarissa, ella se fue porque sabía que Emma no quedaría completamente sola y ciega por la ignorancia.

—Debe tener tantas preguntas —el tono de Stefan se entristece—, le confesó que no era su madre.

—Ella siempre será su madre.

—Necesito que me expliques como pudo conjurar una explosión como esa con fuego infernal, ni los ángeles de alto rango pueden...

—Clarissa era muy poderosa, es verdad lo que dijo Amón. Ella siempre había deseado tener más poder y lo obtuvo, por eso fue expulsada de la tierra nefilim. Ella sabía que esto iba a suceder; último don que le ofrecieron fue provocar fuego infernal, estuvo practicando sus habilidades por año y guardándolo para el momento en que más lo necesitara.

— ¿Sabes su historia? La completa, tengo curiosidad por saber con quién se alió y a quién traicionó.

—No sé nada de ella, sé que tenía misiones y secretos demasiado peligrosos. El padre de Emma era mi mejor amigo, él era netamente mortal, ambos se enamoraron de verdad y solo él conocía todos sus secretos.

—Aunque yo sé muchas cosas, sigo estando ciego en muchas otras, me he encontrado con varios nefilims a lo largo de mi vida, pero estando con mis hermanos, además, fue netamente casualidad. No sé qué vamos a hacer.

—Iremos a tierra nefilim —levanto mi cabeza lentamente, ambos quedan sorprendidos ante mi intervención, mi voz suena fría y sin ningún sentimiento—. Es nuestra misión, hay respuestas que necesitamos, y solo ellos nos pueden proporcionar. Debemos encontrar a los nefilims sea como sea.

—No es fácil, ellos se saben camuflar a la perfección. Además, mi poder no se siente como antes, estoy débil Emma.

—No me importa, debemos encontrarlos, no defraudaré a mi madre. Si una vez chocaste con ellos, podemos hacerlo de nuevo —lo miro, desearía decir que siento lo de siempre, sin embargo, estoy tan vacía que no siento más que tristeza.

—Primero tenemos que establecernos en algún sitio —Leonard acelera—, después haremos un plan.

Asiento, agarro la mochila y la pongo en mi regazo, la abro cuidadosamente y encuentro una especie de libro demasiado gordo. Ignoro la daga que yo misma guardé ahí, solo me concentro en el libro y lo abro.

Solo con leer la primera página ya mis lagrimas vuelven a deslizarse por mis mejillas.

Emma, si estás leyendo esto es porque ya no estoy a tu lado. Lamento haberte fallado, siempre te amaré.

Empiezo a sollozar y abrazo con fuerza el diario de mi madre, cuando me lo dio sabía que moriría. Intento ser fuerte, debo serlo, solo así podré vengarme de todos aquellos que han arruinado mi vida, incluyendo al chico que amo.

Fin de la primera parte.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora