Capítulo 24: ¿Jamás le dijiste?

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Emma

Me siento extraña, esta semana he sido el foco de muchas miradas y comentarios, no estoy acostumbrada, aun así, mantengo mi cabeza en alto e intento hacer de oídos sordos. Vanessa es de mucha ayuda, pero cuando ella se duerme en mitad de clase los murmullos continúan y ni a la maestra le interesa poner orden.

—No puedes ignorar a la sociedad en la que vives, aunque te creas fuerte siempre te afectará lo que piensen de ti.

Cierro los ojos unos segundos y le pido a la voz que se aleje de mi cabeza.

—La chica que tienes al lado también te está engañando.

—No —susurro, observo a Vane, tiene el cabello desparramado por el rostro y las mejillas sonrojadas, tengo mucho por agradecerle, ha sido de mucho apoyo para mí, no dejaré que nada ni nadie me haga dudar de nuestra amistad.

—No es real su amistad. Nada es real, él intervino en todo.

— ¿De qué hablas? —me olvido de ignorar la voz, mi madre siempre me regañaba cuando le seguía la conversación o interactuaba inconscientemente con ella.

—Lo averiguarás pronto, o quizá no, tú misma te has puesto la venda, debes quitártela, cuándo lo hagas búscame... yo te ayudaré a entender.

—No necesito que me expliques nada, ¡Déjame en paz! —cuando el grito sale de mi boca me doy cuenta de que me he excedido, todos me miran como un bicho raro, hasta Vanessa se ha levantado de golpe.

—Disculpe su majestad, solo intentaba explicar la tarea que deben presentar —la maestra se cruza de brazos.

—Yo... lo siento... no era...

—Hágame el favor de salir de mi clase —me señala la puerta—. No sé quién se crea, pero aquí nadie es más que nadie.

—No, yo...

—Fuera, y no es necesario que vaya a la rectoría, todos los que estamos aquí presentes sabemos de sus conexiones —las risitas maldadosas no tardan en aparecer.

Pierdo la paciencia, me levanto con brusquedad y recojo todo con rapidez, no me molesto en mirar a nadie en particular, solo salgo con paso decidido.

Cuando me doy cuenta de que estoy sola en el pasillo suelto todo el aire contenido y dejo que las lágrimas se deslicen por mis mejillas, me las limpio con rapidez.

—Emma... —salto y pego un grito ahogado del susto, es Vanessa.

— ¿Qué haces aquí? Deberías entrar, no quiero que te metas en problemas por... —me interrumpe dándome un abrazo y tomándome por sorpresa.

Me quedo en shock unos segundos, pero cuando me siento reconfortada me permito expresar mi frustración, la abrazo con fuerza y empiezo a sollozar en su hombro.

—Lo sé, Emma, Lo sé —me da golpecitos en la espalda—, no dejes que esto te afecte, y no te preocupes por la clase, también me han echado cuando decidí decirle a la maestra su falta de profesionalidad, y quizá la haya amenazado... y también comenté algo de su relación extramatrimonial.

— ¡¿De dónde sabes tantas cosas?! —chillo aun en su hombro.

—Soy observadora y una chismosa por completo, no hay nada que suceda aquí que yo no sepa... —se corta inmediatamente y me aprieta otra vez.

Ambas nos alejamos con una sonrisa triste, ella cruza nuestros brazos y caminamos por los pasillos vacíos mientras me calmo. El timbre suena y nuestra soledad es invadida por decenas de estudiantes que se dirigen a la cafetería.

Tentando al Ángel | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora