Es increíble lo fácil que es desconectar de todo con el sexo. Todo pasa a un segundo plano, la cabeza deja de explotarte y sobretodo disfrutas sin preocupaciones ¿Por qué no lo había descubierto antes? Oh sí, siempre fui un chico de pareja estable, nunca me llamaron la atención los rollos de una noche pero me da que eso va a cambiar.
Descubrir esta faceta tan sencilla y sin complicaciones de la vida, me quitaba un peso sobre los hombros que ni siquiera creía llevar, y todo esto gracias a Abril. Siendo sinceros más bien a los dos.
Y hablando de la reina de Roma, ella estaba tumbada en la cama, durmiendo agotada de la gran cantidad de ejercicio que habíamos hecho, no la culpo, yo apenas puedo moverme.Me gustaba verla descansar, no por nada romántico no cursi, sino por lo relajada que parecía, casi sin preocupaciones al contrario que cuando estaba despierta. Me transmitía calma, serenidad y hablando honestamente, cierta ternura al verla dormir.
Por más que mi cuerpo era incapaz de concebir la idea de mover un músculo, el mismo reaccionaba al tenerla cerca, quería besar cada centímetro de su piel, sentirla de nuevo y sobretodo oír como disfrutaba de mi egoísmo al cual no pensaba poner límites.
Así que casi como si mi cuerpo reaccionase a mis palabras comencé a pasar las yemas de mis dedos por su espalda, más concretamente por su columna vertebral, sintiendo como se eriza su piel con mi contacto.
Balbuceó algo que fui incapaz de entender, pero eso no me impidió descender mi mano con lentitud hasta su trasero para acabar dándole un azote. Sus ojos se abrieron de golpe y antes de que pudiera decir algo, selle nuestros labios, deseando sentir que ella también tenía ganas de mí. Nuestros labios se sincronizaron casi al instante, hubo chispas entre nosotros, lo que me alentó para darle la vuelta sobre sí misma y colarse con agilidad entre sus piernas. Por un instante me permití abrir los ojos y admirarla, sin cortarme un pelo, sonreí en sus labios justo antes de terminar nuestro beso.
—Tengo una infinita hambre de ti, Abril —pronuncié asombrándome con mis propias palabras. Claro que era lo que quería decir, pero quizás no era ni el momento ni el lugar correcto para hacerlo.
Sus ojos se centraron en los míos sin pronunciar nada al respecto, haciendo que me asustase por un momento al pensar que la había cagado, pero una coqueta sonrisa se esparció por sus labios, y eso fue todo lo que necesité saber.
Pero entonces el maldito teléfono de Abril sonó, logrando que este momento se rompiera en un millón de pedazos y que de alguna manera sus ojos no reflejasen calma ni pasión, sino un miedo que nunca antes había visto.
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60 veces por minuto
RomanceUna chica con un trágico pasado. Un padre en la cárcel. Un jefe insistente. Una medio hermana obsesiva. Un chico realmente increíble. Una muerte que lo cambiará todo. Se aceptan apuestas, ¿Quién será el que no sobreviva?