Con las ganas

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- ¿Porqué no puedes dejar de ser tan cursi? - le dije cachondeandome de ella

- A partir de ahora solo te diré guarradas, te lo has ganado...

- Ni se te ocurra - le dije muy cerca de su boca - no dejes nunca de decirme cosas así - la besé despacio y mordiéndole los labios - aunque lo de las guarradas... me gusta también

Reímos las dos.

- ¿Como puedes tener ese humor después de...? - me preguntó desconcertada

- Porque aquí contigo estoy a salvo, y no me da miedo de nada... - le sonreí

- ¿Ahora quien es la cursi?

Buscó mis cosquillas y nos besamos hasta quedarnos dormidas abrazadas en aquel sofá de sky rojo.

Estuve toda la noche soñando con momentos vividos dentro de la academia. Ya me llevaba pasando desde que salí, pero esa vez todos eran momentos con ella.

Más que sueños eran recuerdos. Desde el primer abrazo hasta el último que nos dimos. Las miradas. Yo no podía ver cómo la miraba a ella pero si como ella me miraba a mí y juro que me hacía sentir tan especial que siempre buscaba su atención como una niña para que lo hiciera.

Se me repitió mil veces la imagen en la que ella me decía que le gustaba. Solo yo sé lo que tuve que contenerme para no decirle que ella a mí también. O que al menos me estaba revolucionando por dentro. Me estaba volviendo loca. Me tenía realmente confundida.

Yo intentaba, como siempre, normalizarlo todo. Pero era imposible. Necesitaba tenerla cerca y comprobar que estaba bien a cada momento. Era más que evidente que su cuerpo me tenía cautivada. Era la primera vez que una mujer me hacía sentir esas cosas. La veía bailar y me excitaba. La veía salir de la ducha y me entraban unos calores que no me habían entrado con ningún hombre nunca.

La quería y la deseaba. Desde el momento uno. Y aquella noche todos esos recuerdos hicieron que se me quedara un sabor agridulce. Daría la vida por volver a aquellos días y también porque ella no se hubiese ido tan pronto. Siempre voy a tener la duda de saber que habría pasado si ella no hubiese sido la primera expulsada.

Estoy segura de que habrían bastado un par de semanas más para que yo explotara y le contara todo lo que sentía por ella. De esa forma seguramente ahora no se sentiría tan insegura y no tendría tantas dudas. Porque sé que las tiene. Sé que no confía en que yo pueda llegar a quererla. Y todo eso lo ha provocado la gente que le ha hecho pensar que en esta historia ella era la única que sentía algo. Y eso es algo que me atormenta.

Me desperté y la estuve observando dormir durante un rato. Fui a retirarle el pelo de la cara para poder verla mejor y soltó un gruñido de lo más tierno. Escondió su cabeza en mi cuello y yo me retorcí del dolor cuando noté como me rozaba una de las señales que Mario dejó en mí.

- ¿Qué? - me preguntó preocupada y adormilada aún

Yo eché mi mano al moratón del mordisco y ella al recordarlo todo lanzó un suspiro y se tocó la frente echandose el pelo para atrás.

- Sigo con muchas ganas de matarlo Ana, te lo digo muy enserio

- Anda olvídate de eso y dame los buenos días en condiciones - me lancé a sus labios

Estuvimos un rato disfrutando la una de la otra en el sofá y luego nos levantamos a preparar un buen desayuno.

Comenzamos a hablar y yo le conté todo lo que había pasado en estos días y sobre todo el día anterior. Notaba como su rostro empezaba a entristecerse.

- ¿Y qué vas a hacer? - me preguntó casi sin levantar la cara del plato

- No lo sé, ahora mismo ni siquiera sé adonde ir... Y en un rato me llamarán de universal para que vaya a grabar la canción - dije agobiada - me encantaría enterrarme ahora mismo y que nadie me encontrara, la verdad...

- Puedes empezar por ir a recoger tus cosas y quedarte aquí el tiempo que necesites, mientras decides algo... - me propuso sin parecer muy convencida

- No sé si es buena idea Mimi, prefiero que nadie se dé cuenta de esto, nos puede perjudicar a las dos, recuerda que los de gestmusic y ahora también los de universal te tienen controlada...

- Creía que a eso no le daríamos más importancia... el día del concierto parecía que todo eso te daba igual - dijo confundida

- Y a mí me da igual, pero ellos no van a parar, y la realidad es que te quieren lejos de mí - solté tajante - yo no quiero que sigan echándote broncas, amor... es mejor que ahora seamos más cuidadosas cuando nos veamos y procurar que nadie se dé cuenta

- ¿Cuando nos veamos? Osea, ¿que nos vamos a ver solo de vez en cuando? Además que no, coño, que no me da la gana de ser cuidadosa ni hostias... - se levantó de la mesa enfadada - ya te dije que yo no quería medias tintas contigo, Ana, que te quiero demasiado como para tenerte solo a ratos y a escondidas. Y tiré para adelante con esto porque tu gesto en el concierto me hizo pensar que te tirarías al vacío conmigo si hiciera falta pero ya veo que no...

- Mimi, estás siendo muy egoísta...

- ¿Que estoy siendo egoísta? Ana, me enamoré de tí y estuve tres meses esperándote fuera, con la ansiedad de no saber si lo que había notado de especial allí dentro era real o no. Saliste y me trataste como a una desconocida y yo te respeté y me aparté para no entorpecerte. Aguanté malas caras de tu novio, órdenes de arriba para que no me acercara a tí. - estaba ahogada, tenía el llanto en la garganta - y he estado siempre a tu disposición Ana, solo te pedí que no me trataras de segundo plato como hacen siempre conmigo, y ahora me pides que me esconda, es que no...

- Yo sólo te estoy pidiendo algo de paciencia...

- Ya no me da la gana tener más paciencia. Soy buena pero no imbécil. Me ha costado mucho trabajo entender que merezco alguien que me quiera a mi lado y no vas a llegar tu y de un plumazo hacer que esa confianza desaparezca escondiendome como si estuviera haciendo algo malo, ni hablar...

- Mimi...

- No, Ana... - me interrumpió - se acabó, me da pánico irme de tu lado ahora porque no quiero que ese imbécil vuelva a tocarte un pelo, pero confío en que sepas pedirle ayuda a la persona correcta para que te saque de toda esta mierda.

- Mimi yo no quiero que esto se acabe, por favor... - le dije con tono de súplica - ahora te necesito más que nunca

- Ana, cuídate mucho porfavor - negó con la cabeza - cuéntale lo de ayer a alguien en quien confíes y déjate proteger. Yo lo haría pero desde un escondite, que es dónde tú me quieres, es imposible... - me puso un gesto de compasión - nos veremos en los conciertos, compañera. - me agarró de las manos y me guiñó un ojo

Aquella última palabra se me clavó mientras vi como ella se alejaba del salón esperando a que yo me fuera. Cogí mis cosas y me largué. No sabía muy bien que hacer ni adonde ir y solo pude darle vueltas a aquella conversación.

Entendía su enfado y su decisión, pero tenía la sensación de que yo era esa gota que estaba colmando el vaso de las relaciones que Mimi había tenido. Estaba convencida de que lo nuestro se había quedado ahí, en el intento, y que ya no había solución.

Yo no quería hacerle daño y decidí no volver a molestarla por mucho que me doliera. Ahora me tocaba ser fuerte y enfrentarme sola a todo lo que se me venía encima, que no era poco.

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Seguiré pronto para que el sufrimiento no dure mucho, o para que continúe, nadie sabe... 😜

Sé que me repito pero no puedo dejar de dar las gracias!

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora