Ausencias

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Había disfrutado tanto de las vacaciones a pesar de no haber salido de Madrid y haber andado de limpieza, que casi se me olvidaba que el día tres de Agosto tenía aquella maldita cita.

Pero no quería agobiarme pensando en eso. Ya buscaría otra persona para que me acompañara, no iba a fastidiarle a Mimi aquel viaje, de hecho, llegué a pensar que era preferible que ese día estuviera bien lejos.

- ¿Llevas todo? - pregunté al verla aparecer en el salón con la maleta y un poco despistada

- No, todo no... - me miró y torció su labio hacia abajo un poco teatral - te voy a echar de menos, jo... - dejó un beso húmedo en mis labios

- Mimi - dije como pude - que son tres días no seas dramática - reí

- Ya... pero si te vinieras conmigo sería tan perfecto...

- Te prometo que a la próxima, de verdad - acaricié sus mejillas - ¿Llevas todo entonces o no? ¿La crema? No vayas a volver achicharrada ¿eh? Que luego no se te puede mi rozar... la miré pícara

- Hostia la crema...

Salió corriendo hacia la habitación y yo cabeceé ríendome de su despiste, era adorable.

- Vale, creo que sí que lo llevo todo - me miró - ven aquí - me abrazó

- Pásalo muy bien, amor

- Y tú no vayas a quedarte aquí en casa todo el rato ¿eh? Llama a alguno de los chicos y vete a tomar algo por ahí... - sugirió

- Sí, algo haré tranqui - le guiñé un ojo y palmeé su trasero - y cuidadito con los buitres

- Y con las buitres, que también las hay - añadió para picarme

- Con esas más aún - advertí

Me besó esta vez profundizando y pegando su frente a la mía.

- Te quiero Ana Banana, nos vemos el martes - dejó un beso largo en mi frente

- Y yo pequeña - apreté su mano - avísame cuando llegues ¿eh?

- Sí, tranquila - me lanzó un beso de lejos

- Adiós amor

Cerré la puerta y suspiré hondo dándome cuenta y corroborando que lo que había considerado efectivamente era lo correcto. Ella estaría mejor lejos en aquellos días.

Pero tampoco quería ir sola, así que empecé a barajar diferentes posibilidades. Por supuesto la primera persona en la que pensé fue mi padre, que por cierto me extrañaba que se le hubiese olvidado aquella cita, él que era una especie de agenda humana.

- ¡Hola pequeñina!

- Hola Papi... ¿Qué haces?

- Pues mira, aquí estaba haciendo la maleta, esta tarde te iba a llamar para contarte

Se me dibujó una sonrisa de tranquilidad cuando me dijo aquello, pero la verdad que me duró bastante poco.

- Pues cuéntame ahora - dije risueña

- Pues es que mi amiga Paz me ha invitado a mí y a otros amigos a su casa de la playa en Menorca. Y tú sabes que yo no digo que no a un viajito nunca - rió - así que nada, me voy a ir una semana para allá.

- ¡Qué guay! - dije tragándome el fastidio y aparentando ilusión - Menorca es precioso.

- Sí, lo sé, tengo muchas ganas de ir y sobre todo tengo muchas ganas de la compañía, ya sabes...

- Ay, Paz y Guerra, vaya parejita hacéis - reí desganada - pues que disfrutes mucho que te lo mereces.

- ¿Y tú qué mi niña? ¿Qué tal las vacaciones?

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora