Confusión

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Vaya noche. Aún estoy en shock. Esa sensación que teníamos todos y que no parábamos de repetir dentro, ahora se intensificó. Estaba feliz y ansiosa de volver a casa y de salir de allí. También de ver que estaba pasando fuera y si iba a tener trabajo o no. No tenía ni idea de nada. Pero era más fuerte aún la sensación de vacío. Esto se acabó para siempre. Ya estaba vivido y solo tenía ganas de llorar. Me sentía idiota porque no tenía motivos para estar triste, pero lo estaba. Volvería a comenzar sin pensármelo, pero ya no es posible.

La fiesta estuvo genial pero Mario se pasó toda la noche pegado a mí, y contra todo pronóstico, es algo que no me hizo sentir cómoda. Ahora lo tengo aquí durmiendo a mí lado y es raro. Se me ponía cara de imbécil cada vez que lo veía dormir y ahora de repente no siento nada. Será el shock, supongo. No quiero exigirme mucho y no puedo pretender que todo vuelva a la normalidad de un plumazo, confío en que el tiempo es el que debe poner todo en su lugar.
Vi como se despertaba con una sonrisa pícara que ya me conocía y me empezó a besar el cuello.

- Buenos días... Que ganas tenía de despertarme contigo - ni siquiera me miró a la cara solo me besaba y cada vez más abajo del cuello.

- Buenos días, pero para Mario porfa...

- ¿Qué pasa?

- No me apetece - le dije mirando hacia abajo, como si tuviera que avergonzarme por algo.

- ¿Me tengo que preocupar? - cuando ponía ese tono de voz no me gustaba

- ¿Preocuparte porque?

- Lo que hablamos en Navidad, Ana. De verdad que quiero olvidarme del tema pero ayer en la fiesta esa tipa te comía con la mirada.

- ¿De que hablas? - sabía perfectamente de lo que hablaba pero quería desviar el tema.

- De Mimi, creía que después de lo que habíamos hablado ibas a mantener las distancias con ella...

- Vale, ¿y que coño tiene eso que ver con que no me apetezca follar Mario? ¿O esque querías sacar el tema y no sabías como?

- Mira déjalo - se levantó y se fue al baño.

Yo me quedé pensando. Realmente no había pasado nada especial con Mimi en la fiesta, pero es verdad que me miraba y saltaban chispas. Con esos ojazos es imposible no saber lo que se le estaba pasando por la cabeza, son tan expresivos que... ¡Joder! de nuevo  se me escapó una sonrisa idiota pensando en ella. Odiaba que me pasara eso y no poder evitarlo. Tenía que sacármela de la cabeza y realmente no sabía cómo hacerlo...

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