Aire

3.9K 177 9
                                    

Lo leí entre lágrimas y solté el móvil. Me di la vuelta y hundí mi cabeza en la almohada. No podía parar de llorar. Sabía que ella no estaba bien y que me había mandado aquel mensaje para tranquilizarme. No me podía creer hasta donde podía llegar su bondad. Estaba segura que no entendería la intransigencia de los de universal y que se sentiría como una auténtica mierda, pero miraba por mi bien (o por lo que le hacían pensar que era para mi bien) antes que por ella misma. Me enternecía mucho su preocupación por mí pero también me daba rabia, tenía que estar hecha pedazos por dentro y seguramente estaba pasando por todo aquello sola.

Me quedé dormida en aquella postura. Los churretes de rimel y lápiz de ojos en la almohada lo corroboraban. No le contesté al mensaje ni la llamé. Mi primer gesto de esa mañana fue apagar el móvil. Sabía que hablar con ella no me haría bien porque cualquier gesto de su voz me rallaría al máximo. Era algo egoísta mi decisión pero no podía pasarme el día ahogada en la rabia y más con todo el trabajo que tenía. Comí con mi padre y cogimos un vuelo a Gran Canaria. Él no iba a acompañarme pero al ver como estaba, decidió hacerlo. A mí realmente me vino genial porque necesitaba sentir cerca a alguien, aunque no hablamos demasiado porque no me apetecía, con mi padre no necesitaba romper el silencio. Él me entendía y descifraba hasta las palabras que no decía.

Llegamos al centro comercial dónde firmaba ese día y nos invitaron a una merienda antes de salir. Una mujer que trabajaba allí entró con su hija para que me conociera y yo me levanté al instante en que me lo pidió. La chica tenía unos 22 años más o menos y una cara de ilusión que me dio la vida en aquel momento. Me abrazó y me dio las gracias repetidamente.

- Las gracias te las tengo que dar yo a tí, no tu a mí - contesté emocionada mientras le acariciaba el hombro - sin gente como tu yo no sería nadie

- Te doy las gracias porque sin darte cuenta me has dado las fuerzas para ser valiente de una vez y contar a todo el mundo lo que siento - me dijo con los ojos húmedos

- Ay... - tapé mis manos con mi boca - no me digas esas cosas que lloro

- ¿Sabes? - captó mi atención susurrándome - tengo 24 años, como tú, llevaba 10 años con mi novio y me he enamorado de una chica. La gente de mi alrededor parecía que intentaban convencerme de que era una vergüenza lo que iba a hacer pero lo acabé haciendo. Dejé a mi novio y ahora tengo una chica estupenda a mi lado y gracias a tí.

- ¿Porqué gracias a mí? - estaba muy emocionada de lo que me estaba contando

- Porque tú y tus compañeros sois el espejo en el que mirarse de muchos jóvenes Ana, aún no eres consciente pero es así - me guiñó un ojo - y por supuesto por tu música, la música es capaz de todo...

No entendí nada pero la cara de aquella chica se me quedó grabada. Realmente sentía agradecimiento por mí y yo no sé de que forma pude ayudarle, pero me alegraba. Deseaba ser como ella y no tener que rendir cuentas con nadie para pasear e ir de la mano con quién me diera la gana. El precio de la fama como lo llaman. Aunque en realidad no estaba muy de acuerdo con aquella expresión. La fama era el precio de cumplir nuestros sueños y era la culpable de todo.

La firma de esa tarde en Gran Canaria y las siguientes en otras ciudades pude disfrutarlas un poco más. Estaba más tranquila y de vez en cuando me metía en las redes para comprobar que Mimi estaba bien y después volvía a apagar el móvil. Me desintoxicaba mucho.

Llegó el día de la firma de Madrid. Estaba deseándolo porque por fin podía ir a verla y saber en primera persona como estaba. Tenía bastante miedo. No sabía si esto había hecho mella en ella hasta el punto de querer alejarse de mí para siempre o si seguiría dispuesta a continuar con lo nuestro en silencio. Terminó la firma algo más tarde de la cuenta porque quise firmar a todo los presentes. Salí de allí con un hambre terrible pero no paré en ningún sitio. Mande al taxista directamente a casa de Mimi y antes de bajar me percaté como alguien salía del portal. Era de nuevo esa chica. El corazón se me puso del revés.

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora