Confía

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- Ojalá mi amor... - dijo con una sonrisa triste - ir a Tenerife contigo, con las ganas que tengo de conocer las islas sería... - Bufó

- No es una propuesta loca que se vaya a quedar en deseo, es una orden - le solté tajante

- Ana, no te embales...

- Mimi... - le agarré la mano mientras la acariciaba - si las cosas se hubiesen dado de otra forma a lo mejor ahora aquí a mi lado estaría Mario, y se estaría arreglando para venir conmigo, estoy segura...

- Me dan escalofríos cuando hablas de ese cabrón...

- Bueno... adonde quiero llegar es a que ahora por suerte - sonreí - eres tú la que está aquí y tengo claro que quiero que estés para siempre, así que no tiene nada de malo ni de raro que mi chica me acompañe a una firma a mi tierra ¿no?

Me miró con los ojos empapados y tras unos segundos se sentó y se tapó la cabeza con el nórdico. Yo hice lo mismo para buscarla como una niña pequeña y allí la pude ver emocionada. Ambas, allí abajo como si estuviéramos en una tienda de campaña, reímos de la situación, ella lo hacía entre lágrimas. Volvimos a destaparnos y yo busqué hueco para sentarme entre sus piernas.

- Deja de llorar idiota... - le solté secando sus lágrimas - que solo te he invitado a que vengas conmigo a una firma, no te flipes...

- Por muy borde que seas no se me va a ir de la cabeza ese "mi chica" - lo enfatizó - no sabes el vuelco que me ha dado el corazón cuándo lo he escuchado...

- Pues por muy cursi que seas tú es la realidad, eres mi chica y lo voy a repetir mucho a partir de ahora así que acostúmbrate

- Es difícil, hace cinco meses que sueño con esto... y...

- Bueno... ¿te vienes o que? - le interrumpí

- Vaya puta borde eres, enserio - rió

- Estoy siendo una borde porque como caiga en las cosas que me dices acabamos las dos en la ducha y perdemos el avión así que agradece mi fuerza de voluntad... - suspiré - venga, vístete que no llegamos

- Pero Ana, yo no tengo billete...

- Ahora hablo con mi padre que seguro que está ya en la estación

- ¿Enserio? Qué vergüenza... - dijo agachada buscando su ropa del suelo

- ¡Venga! - palmeé su culo y mordi mis labios - que de noche no tienes tanta vergüenza...

Desayunamos y cogimos un taxi al aeropuerto. Notaba su mirada realmente nerviosa pero lo disimulaba muy bien. Mi padre había conseguido un billete para ella y nos estaba esperando en control. Bajamos del taxi y vi como se abrochaba su chaquetón hasta el cuello y se colocaba las gafas de sol. Me miró y me hizo un gesto para que fuera delante de ella. Di unos pasos y antes de entrar al aeropuerto paré. Me giré y me quedé mirándola embobada. Ella hizo un gesto de desconcierto y yo le ofrecí mi mano con una sonrisa. La miró y volvió a mirarme a la cara para asegurarse que estaba segura de lo que quería hacer. Asentí y cogió mi mano entrelazando nuestros dedos. Caminamos juntas por todo el aeropuerto como una pareja normal y sin ningún miedo a nada. De vez en cuando le acariciaba con mi pulgar para que se tranquilizara. Su tensión era doble, mi padre estaba esperándonos y su inquietud era palpable.

- Ahí está Papi War - me dijo quedándose un paso por detrás - creo que me quiero morir ahora mismo

- (reí) Amor, mi padre es la persona más buena del mundo, y no es porque sea mi padre... estate tranquila de verdad

Ella me asintió con la cabeza. Nos acercamos a él y le abracé sin soltar la mano de Mimi. No sé cómo pero noté como mientras tanto, ellos se miraban. Me separé de él.

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora