Volver

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Después de unos segundos donde pareció que el tiempo estaba suspendido, yo tuve el valor de acercarme un poco a ella y agarrarle de la mano. No quise incomodarla rompiendo el espacio vital, creí que no era el momento.

- Ana, no... - tiró de su mano y yo se la solté - no voy a caer otra vez en esto, otra vez la euforia de un concierto nos va a cegar y mañana pasará como en Barcelona, en un ataque de cordura acabaremos cada una por su lado y yo no puedo más... necesito olvidarme de tí, me estoy volviendo loca...

Me lancé a besarla sin dejarla terminar. A la mierda el espacio vital.

Ella gruñó y agarró mis manos que estaban en su cara. En un primer instinto quiso separarlas pero yo añadí ritmo al beso y sentí como empezó a acariciar mis muñecas.

Sonreí mientras mordía sus labios despacio. Creía que jamás iba a poder salir de allí.

- Eh - le susurré a centímetros de sus labios y mirándola a los ojos - ¿Me das una última oportunidad, por favor?

Ella puso esa sonrisa traviesa de niña pequeña que tanto me vuelve loca y asintió. Me lancé a su cuello para abrazarla fuerte.

Quería transmitirle la seguridad que siempre le faltaba en aquellas situaciones. Escondi mi barbilla en un pliegue de su cuello mientras ella me acariciaba la espalda por debajo de mi camiseta. Estaba empezando a subir mi temperatura.

- Me encanta lo fácil que es hacerte cambiar de opinión - le dije esperando su reacción - ¡eres una bebé! - la besé entre risas

- Ya... una bebé que cuando le dan su caramelo deja de llorar - palmeó mi culo y lo presionó con sus dedos mientras me miraba mordiéndose los labios - eres una puta droga tía...

Después de decirme aquello me besó despacio y paseando su lengua por mis labios. Me entraron muchas ganas de tumbarla allí mismo y tirarme encima de ella.

Abrió la puerta con una mano mientras con la otra me agarraba por la cintura. Me empujó hacia dentro de la habitación y la vi como antes de volver a lanzarse por mi, se quitaba su camiseta.

Me cogió en brazos y me besó desde la boca hasta el pecho pasando por el cuello en un recorrido perfecto con el que me hizo jadear infinitas veces en un minuto. Ambas caímos a la cama.

Ella continuaba encima pero se apartó para ayudarme a desabrochar mi camisa. Continuó besando todo mi cuerpo sin parar, mi vientre, mi ombligo, las curvas de mi cintura. Me miró y negó con la cabeza. Quitó toda la ropa que me quedaba en un tiempo récord y ella hizo lo mismo con la suya. Se colocó encima mía y me apartó el pelo de la cara.

Besó mi frente, mi nariz y al llegar a mis labios se recolocó para que nuestros cuerpos quedaran simétricos. Yo gemí al notar el contacto de mis pechos con los suyos y ella cerró sus piernas ligeramente para que nuestros centros quedaran unidos. Recuerdo como la cabeza se me torció hacia atrás del placer. Ella se contoneaba mientras me besaba por detrás de la oreja. Sentí como su mano comenzó a interferir entre nuestras piernas y su respiración agitada me hizo ver que ya estaba perdida.

Me dejé llevar hasta el final y juro que escuchándola gemir a ella también cerré los ojos y pude ver fuegos artificiales.

- ¿Qué? - me lanzó una mirada penetrante mientras me colocaba bien el pelo - bien ¿No? - rió aún ahogada

- ¿Bien? - pregunté sin aire - bien es cuando le dices a un tío que ha estado increíble para no bajarle el autoestima... esto es otro mundo, amiga, yo no sé si voy a sobrevivir a tanto placer...

- Pues bienvenida a tu nuevo mundo... las mujeres nos entendemos mejor en la cama entre nosotras, está científicamente demostrado...- me sonrió - vas a tener que beber mucha agua eso sí, porque te he dejado seca ¿eh? - bajó sus manos hasta mi entrepierna acariciándola y secándola.

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora