Hogar

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Cogí el lienzo y, aún con las lágrimas en los ojos, me lo llevé al salón. Me subí al mueble de la tele y quité el cuadro del buda que había justo encima. Casi me mato haciéndolo pero finalmente acabé colocando el nuestro. Ella tenía razón, allí quedaba precioso. 

Miré por encima las bolsas y las cajas que había traído y descubrí que entre todo el caos estaba su maleta. La sonrisa se me quedó en la cara como grapada. No quería que hiciera algo así de forma forzosa pero el detalle tan inmenso de demostrarme que quería estar conmigo por encima de todo era lo único que me importaba. 

Cogí un aguacate y una cuchara y me senté en el sofá a comérmelo. Encendí la tele pero no pude dejar de mirar el lienzo. Recordaba aquel momento de la foto con tanta claridad... De pronto el timbre me sobresaltó. Me levanté extrañada y me dirigí a la puerta.

Abrí al comprobar por la mirilla que era Mimi y la encontré mordiéndose el labio y con un gesto adorable.

- Se me jodió la sorpresa - se encogió de hombros - me dejé las llaves en alguna bolsa de la cocina y...

No la dejé terminar, de hecho creo que no escuché ni una sola palabra de las que dijo, porque cuando vi en su mirada ese brillo tan bonito salté literalmente a su cuello enganchandome a ella como un mono.

- Mi amor, necesito que te bajes porque me voy a romper - dijo con la voz quejumbrosa - estoy fatal

Se tocó la parte baja de la espalda y bufó, soltó su bolso y enseguida agarró mi cara para besarme

- Lo siento... siento haber sido tan cobarde - me volvió a besar y la noté jadear del cansancio - y sobre todo siento mucho lo que pasó aquella noche y entiendo tu...

- Eh, para, para... - la miré sonriendo y negué con la cabeza - ya... está todo bien, amor - me puse de puntillas y pegué mi frente a la suya - vamos a hacer una cosa. Vamos a olvidar todo lo que ha pasado hasta hoy ¿vale? es lo que necesitamos...

Ella asintió y me sonrió tan cerca de mi boca que no pude evitar morderle los labios.

- Ana, necesito sentarme - dijo tranquilizandome con un beso. 

Nos sentamos en el sofá y ella miró al frente sonriente mientra buscaba mi mano para entrelazar nuestros dedos.

- Está guay ¿verdad? - me miró ilusionada por ver el lienzo colgado 

- Es precioso, gracias... - me quedé embobada mirándola 

- Y la cafetera ¿te ha gustado? - rió y volvió a quejarse y a tocarse la espalda apoyándose en el respaldo del sofá.

- Mimi, no te veas obligada a hacer esto de mudarte por mí, de verdad - le solté sincera obviando la broma de la cafetera - ayer yo...

- ¿Ayer? - me interrumpió - yo no recuerdo nada de ayer, para mí la vida acaba de empezar ahora mismo... - me sonrió con ternura

Yo reí emocionada.
- ¿Vas a estar bien aquí?

- Tú vas a estar aquí... ¿no? - preguntó

Asentí

- Pues entonces claro que voy a estar bien - me guiñó un ojo y me hizo un gesto para que me acercara a abrazarla, ella estaba realmente dolorida.

- ¿Qué te pasa? - la miré preocupada mientras rodeaba su cintura con mis brazos - ¿las lumbares?

- Sí, he estado esta mañana en una masterclass de Vicky y ha dado mucha caña - bufó - y luego hice yo sola la mudanza, a lo bestia.

Me apretó fuerte por los hombros y me besó intensamente y durante unos segundos, luego echó para atrás mi pelo y pegó su frente a la mía cerrando los ojos.

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora