Resaca

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Me quedé traspuesta sintiendo como acariciaba mi pelo lentamente.

Dormí un rato pero un hambre horrible me despertó a unas horas intempestivas. Lo primero que vi fueron sus ojos abiertos como platos y mirándome sonriente. Había estado llorando estaba segura, pero no quise incomodarla haciéndole preguntas.

- Hola - me dijo bajito - es temprano puedes seguir durmiendo - me acarició el pelo

- ¿Y tu que haces despierta? - le pregunté intentando vocalizar

- Mirarte, para dormir tengo toda la vida...

- Madre mía...

- ¿Qué? - me preguntó riendo

- Que eres muy cursi tía... - le dije sin pensar y me acurruqué cerrando los ojos.

Sentí como se daba la vuelta. No tengo un despertar nada agradable, pero aquello fue de lo más desafortunado que solté en todos los despertares de mi vida. Ya bastante insegura se sentía para encima tener que soportar mis borderías.

La luz apareció en la habitación y yo empecé a escuchar como vibraba el móvil. Me desperecé y lo miré. Era Mario. Me quedé paralizada y no supe que hacer. Miré a mi lado y Mimi ya no estaba allí.

Sentí de repente una sensación de ansiedad muy fuerte. Creí por momentos que lo de ayer fue un sueño y que nada se iba a repetir nunca más.

Mario volvió a insistir al teléfono pero yo me sentía incapaz de mantener una conversación con él. No sabría por donde empezar y sabía que me llamaba para reprocharme mi comportamiento del día anterior en el concierto. A pesar de que nuestros compañeros nos ayudaran a que mi gesto pareciese algo premeditado por todos, él no iba a perdonarme que le hubiese besado justo a ella.

Me levanté y me lavé la cara. De repente tenía muchas cosas en la cabeza que ayer no existían. Estaba agobiada y por un momento agradecí que Mimi no estuviera. No sé si le podría haber soltado cualquier otra burrada de buena mañana.

De repente me llegó un olor a tabaco muy fuerte. Me percaté que el balcón estaba abierto y no entendía por qué, me acerqué con intención de cerrarlo y allí me la vi sentada en una silla encogida del frío y con su cigarro en la mano. No pude evitar sonreír a pesar del agobio que tenía.

- Buenos días - le dije divertida asomando la cabeza por la apertura del balcón

- Hola - dijo seca - cierra si quieres que no te entre frío

No cabía duda de que estaba enfadada. Cerré la puerta y busqué por toda la habitación mi chaquetón. Me lo puse y me dispuse a salir al balcón. Me senté en frente de ella y me quedé mirándola con cara de payasa.

- Ana... - rió sin querer hacerlo

- Creía que te habías ido cuando no te he visto en la cama...

- Debería haberlo hecho pero para mi desgracia estoy en mi habitación y no sabía dónde irme...

- ¿Porqué dices eso? Eres idiota en serio...

- Porque yo me despierto al lado de alguien a quien quiero y tengo la manía de liarme a decir cursiladas... Es un problema que tengo - dijo indignada

Reí muerta de amor de ver que hasta enfadada era tierna. Me levanté y me senté en sus piernas abrazándola.

- Perdóname amor, tengo un despertar de lo más gilipollas, lo reconozco. - ella asintió con la cabeza sin mirarme - Me dijiste algo precioso y yo no estoy acostumbrada...

- Ya está Ana es una idiotez, no le des más vueltas...

- Mimi, ¿qué pasa? - le levanté la cara cogiéndola del mentón - ¿qué estoy haciendo mal?

La revolución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora