30.- Fémina.

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Impresionantemente, podía llegar a ser mucho más desvergonzado de lo que aparentaba, pues ni los años ni el tiempo le habían enseñado a redimir aquel pequeño defecto suyo que terminaba por ser encantador. Sus manos eran suaves, tan suaves como los de ella, pero mucho más grandes y traviesas. Habían aprendido a recorrer el cuerpo de YoonJi sin si quiera mirarlo y cuando la desnudaba, procuraba hacerlo como si fuera la primera vez, imaginando que desenvolvía un regalo que solamente le pertenecía a él.

Le gustaba acariciar sus pequeños pechos y recorrer sus muslos con la lengua, poseía una gran fijación por los cunnilingus y su experiencia era notoria. Tan posesivo en el sexo y manso en la relación, Hoseok solía mantener una vida llevadera, en donde no podía ni quería dejar de tocar el cuerpo de la muchacha. Gozaba dejar pequeñas marcas en partes específicas en el cuerpo de la chica, dejando claro que le pertenecía; escuchar los gemidos de la joven y mirarla morderse el labio era una experiencia formidable y cuando, al final, las fuerzas de la muchacha fallaban, disfrutaba correrse en su interior con un orgasmo tan prolongado y delicioso que le era imposible dejar de desearla.

WonHo estaba enamorado, sabía que había caído demasiado bajo, pues le era fiel a la chica, incluso cuando sabía que no tenía ninguna relación amorosa con la joven, es solamente sexo... YoonJi no había escatimado en herirlo, desde que le permitió tocarla, Hoseok cayó sin avisar en un abismo del que no deseaba salir.

Tenía la impresión de haber conocido a una YoonJi diferente, por qué aquella joven, empoderada y erótica, no podía ser la misma, que la dulce jovencita adusta que le enviaba fotografías en pijama a su mejor amigo. Pero daba completamente igual, por qué WonHo la adoraba en todas las presentaciones posibles y sabía que la continuaría amando, aunque YoonJi jamás fuese suya.

— ¿Hay algo que quieras hacer este fin de semana? — Preguntó, sentado sobre la cama,  descaradamente desnudo.

YoonJi buscaba sus pantaletas en el suelo y se vestía sin contratiempo. Suspiró y se giró para mirar al chico negando con la cabeza, sin sonreír. WonHo podía llegar a ser realmente insistente, pero sabía follar y para ella, era lo único que importaba. Se encogió de hombros y se acercó al muchacho, para sentarse sobre su regazo, de frente. Sus pechos quedaron a la altura de barbilla del muchacho, lo besó despacio en la nariz y por fin, sonrió.

— No puedo, tengo que estudiar para mis exámenes, la facultad de medicina es una de las más demandadas y si quiero conseguirlo, tengo que esforzarme — espetó y comenzó a besarlo.

WonHo asintió y esbozó una débil sonrisa.

— JaeBum me ha dicho que saldrá contigo el fin de semana, YoonJi. — Dijo, sin poder ocultar su dolor y aquel reacio sentimiento de inseguridad que se había vuelto tan familiar, como para distinguirlo, se adueño de su alma, dejando expuesto a su herido corazón. 

De un movimiento rápido, Ji se puso de pie y continuó vistiéndose.

— ¿Tiene algo de malo? Soy una mujer libre. Además, JaeBum me ha dicho que me ayudará a estudiar. Lo que suceda después, que suceda — sentenció —. Te he dicho muchas veces que no somos novios, Hoseok, no me gustan las relaciones.

— ¿Por qué?

— Por qué siempre me enamoro.

— ¿Y eso está mal?

— Lo está... me han lastimado antes y no quiero volver a pasar por lo mismo.

— ¿Qué pasa si te digo que me estás lastimando a mí? — Lo que Hoseok había dicho, había sido sin pensarlo. Dejó salir sus pensamientos y terminó revelando lo que no debía revelar.

YoonJi se giró para verlo, sorprendida.

— Sí es así, entonces creo que deberíamos dejar de vernos. Busca una mujer que te haga feliz y que te merezca. Yo soy una puta, una puta gratuita WonHo... me gusta el sexo y ya. No estoy dispuesta a entregarle mi corazón a quien no lo merece.

— ¿Cómo sabes que no lo merezco?

— Simplemente lo sé — Ji se acercó a WonHo y depositó un beso rápido en sus labios, sonrió sin malicia y acarició la frente de su amante, como una forma demasiado rebuscada de despedirse —, Hoseok, piensa las cosas, no permitas que nadie te lastime y si consideras que lo mejor es tenerme lejos, que así sea. No pienso cambiar ni por ti, ni por nadie ¿Entendido?

WonHo asintió, mientras veía a la chica alejarse como siempre lo hacía, completamente en silencio, con aroma a sexo y el orgullo de una femina que no conocía límites para disfrutar.

(***)

Desde que salió del departamento de SeokJin hace 5 meses, YoonJi había decidido que no volvería a permitir que la lastimaran.

Optó por olvidarse del sexo por qué creyó que acostarse con cualquiera era cosa de una puta y que la gente lo vería mal, hiciera lo que hiciera. Sabía que incluso las mismas mujeres, que sorpresivamente eran mucho más arpías que los hombres, se llenarían la boca hablando sobre ella, por qué lo había hecho por años y conocía perfectamente su forma de pensar. Pero se equivocó. Le llevó un mes darse cuenta de su error, cuando sin querer, le hizo una felación a WonHo y terminó follando en el baño de un bar con el muchacho. Comprendió que tenía derecho a vivir su sexualidad y que sí era recriminada o felicitada por eso, poco le importaba. El gozo era cuestión propia y si era una descarada o no, no era derecho de nadie juzgarla.

Tenía el poder de elegir a su pareja y el deber de cuidarse. Era una dama a los ojos de cualquiera y una descarada en la cama de a quien quiera.

Por su puesto, la chica hablaba en serio cuando se planteó la posibilidad de volverse Doctor, la medicina se había aparecido en su vida como un sueño y después como una fría realidad que deseaba hacer suya para abrazarla con fuerza. Su convicción era demasiada, hasta llegar al ridículo grado de pasar noches enteras en vela, estudiando grandes enciclopedias médicas que Yoongi y sus padres le habían obsequiado en su cumpleaños número 19.

Sus ansias por crecer eran demasiadas, sin embargo, su maña por vivir en el pasado no lograba desaparecer, por qué pegada en su espejo, se encontraba la fotografía de SeokJin, viéndola desde la nada sin conocer lo que se encontraba desde la utopía de cada anochecer. 

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«Las puertas que bajan del cielo se abren sólo por dentro. Para cruzarlas, es necesario haber ido antes al otro lado con la imaginación y los deseos. [...] Una buena dosis de la esencia de este valor imprescindible tiene que ver, aunque no lo sepa o no quiera aceptarlo un grupo grande de mujeres, con las teorías y la práctica de una corriente del pensamiento y de la acción política   que se llama feminismo. Saber estar a solas con la parte de nosotros que nos conoce voces que nunca imaginamos, sueños que nunca aceptamos, paz que nunca llega, es un privilegio de la estirpe de los milagros. Yo creo que ese privilegio, a mí y a otras mujeres, nos los dio el feminismo que corría por el aire en los primeros años setenta. Al igual que nos dio la posibilidad y las fuerzas para saber estar con otros sin perder la índole de nuestras convicciones. Entonces, como ahora, yo quería ir al paraíso del amor y sus desfalcos, pero también quería volver de ahí dueña de mí, de mis pies y mis brazos, mi desafuero y mi cabeza. Y pocos de esos deseos hubieran sido posibles sin la voz,terca y generosa, del feminismo. No sólo de su existencia, sino de su complicidad y de su apoyo.» 

Ángeles Mastretta. 

Para esta perra, Mastretta y Allende, son un eterno ejemplo en el camino de la escritura y sepan que no estaré contenta hasta considerar que mi talento es aunque sea un poco, de lo que este par de mujeres tiene entre sus garras. 

Gracias por leer, las amo y nos leemos luego. 

<<Espero sus votos y comentarios, son como mi paga.>>

You can be my Daddy  |Jin BTS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora