Capitulo 5

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Laura y LaFontaine me miran en silencio. No los culpo; No quiero condenarla a una vida eterna de tormento. Ser un monstruo es una cosa, pero hacer que la mujer que amas sea uno... eso es otra cosa completamente distinta.
- Está bien - , dice Laura en voz baja.
- ¿Estás segura?- LaFontaine y yo preguntamos al mismo tiempo.
Laura asiente con la cabeza, esa expresión decididamente linda y adorable en su rostro.        - Confío en ti, Carm. Hazlo -. Sus palabras se desvanecen y ella se retuerce.
La segunda etapa ha comenzado. Sé por experiencia personal lo doloroso que es. Algunos humanos obtuvieron el veneno en el siglo dieciocho y me torturaron. Curiosamente, pensaron que yo era una bruja. Una vez que ese veneno estuvo fuera de mi sistema, pinté el pueblo rojo con su sangre. La otra vez fue cuando Maman me metió en mi ataúd. Estaba tan furiosa por el hecho de que amaba a alguien, y más aun porque ese alguien era un humano. Ella me lo dio antes de que me pusiera allí. La sangre en el ataúd atrapó la toxina por más tiempo de lo normal, así que sufrí en agonía durante lo que parecieron años.
Salvar a Laura de ese tormento sería una misericordia si no significara que tengo que convertirla. Mi mayor temor es su muerte, porque no todos superan la transformación. Incluso si ella sobrevive, los largos siglos que vivimos nos cambian. Ella podría convertirse en un demonio escondido en la piel humana, como mi madre. No me refiero a eso en un sentido literal, pero aunque poco probable, Laura podría volverse malvada.
Miro a LaFontaine y asienten. Todavía lo dudo.
-  Carmilla. es la única manera de salvarla y ella consintió. Nada de esto es tu culpa -.
Sus palabras me tranquilizan solo un poco, pero eso combinado con Laura jadeando silenciosamente de dolor es suficiente. Retroceden y hacen un gesto hacia ella, insitandome en silencio a acercarme mas.
Me agacho y retiro suavemente su cabello de su cuello, mirándola a los ojos. No veo nada más que confianza, y esta podría ser mi ilusión, pero también veo el amor.
Sus músculos están tensos, y he aprendido que la mordida duele más cuando ese es el caso.
Agarro su mandíbula suavemente, acariciándola con mi pulgar. Sus ojos se cierran y una lágrima solitaria se escapa de sus ojos, aunque eso podría deberse al hecho de que voy a morder su dolor. Ella se relaja rápidamente y estoy agradecida por eso. No quiero que sufra más de lo necesario.
Respiro hondo para calmar mis nervios y apoyarme.

Me odio, Pero te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora