Su último marido (R#8)

11. Hielo para tocarte

¿Esto es demasiado fácil o me estoy volviendo paranoica? Este hombre ha alquilado un departamento solo para mí, encima bastante cerca de su casa. Además se ha tomado la molestia de aclararle al médico que él se encargaría de todo, por los papeles, medicamentos, trámites, todo para que pueda salir más rápido.

No estoy segura, no me trae confianza, demasiado sospechoso.

—Te compré esto —sonríe el pelirrojo trayendo ropa —. Cómo dijiste que no tenías nada pensé...

—¡Detente! —lo interrumpo —Esto es exceso de confianza —camino con la muleta a cuestas y me siento en el sillón —. Ya me cansé.

—¿Te encuentras bien? —me mira preocupado y se acerca, dejando las cosas a un costado.

—Sí, estoy bien, gracias —sonrío falsamente.

—Pero te duele el pie.

—Un poco, no es nada —miro hacia la ventana.

Que se vaya, ya me irrita, odio el exceso de atención, mi anterior marido también era así ¿Qué se supone que se debe hacer con esta clase de hombres? Son fáciles, pero insoportables.

¡Dios dame paciencia!

—Se ve hinchado, traeré hielo.

—No es necesario —lo miro y veo cómo va a la cocina.

¡Maldita seas, imbécil!

—Gracias —sonrío cuando vuelve, aguantando las ganas de ahorcarlo.

Juro que lo mato antes de tiempo ¿No escucha cuando hablo? Idiota, ojalá se muera de un paro y me ahorra el trabajo.

—Ay —me quejo cuando apoya el hielo.

—Lo siento —hace una mueca —error de cálculo —se ríe y lo cubre con una tela para que no dé directamente a la piel —. Ahora sí —sonríe.

Bufo mientras se queda cerca de mi pie, agachado en el suelo, apoyando el hielo.

—Sabés que puedo sostenerlo yo ¿cierto? —me burlo.

—Claro que sí —dice en tono bajo y levanta la vista hacia mí —pero estaba esperando el momento oportuno.

—¿Para qué? —levanto una ceja.

Se inclina hacia mi rostro, dejando el hielo.

—Para tocarte.