26. Mis intenciones

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Dasha

No puedo perder más tiempo, es cuestión de tiempo para que sepa que lo descubrí, aunque quizás ya está enterado y finge como yo, esperando el momento oportuno.

Observo mi pie, mi desventaja.

Alzo la vista cuando veo entrar a mi marido al cuarto, así que hago mi típica falsa sonrisa ¿Por qué volvió? Lo rechacé hace un rato nada más, no puede alejarse ni un minuto.

—¿Y el trabajo? —le pregunto.

—Cancele todo para quedarme contigo hoy —Se sienta a mi lado.

Maldición, ¿dónde está el cuchillo? Reacciono, un segundo, sí sé dónde lo puse. Esta vez no voy a fallar.

—Que bueno —acoto sobre su aclaración —me hace feliz.

—Que raro —opina mirando hacia abajo, perdido en sus pensamientos —no lo parecía cuando me rechazaste.

—Que no tenga ganas de tener sexo, no significa que no quiera estar contigo —Toco su barbilla, entonces alza la vista y nos damos un leve beso.

Él sonríe.

—Eres hermosa.

Bueno, en realidad prefiero fornicar, que escuchar sus cursilerías.

Igual el calentón no se hace esperar, porque se inclina hacia mí, haciéndome retroceder. Este hombre no puede aguardar nada y encima quiere tener el control.

—Espera —Lo detengo cuando pasa su mano bajo mi falda.

—Lo siento, tú querías hacer otra cosa y yo... —Ahí está su táctica para obtener lo que quiere, haciéndose el niño bueno, la víctima, así debe conseguirlo todo, pero lo ignoro —¿Dasha? —pregunta cuando estoy mirando a la mesita de luz, sin ya observarlo a él.

—¿Me das agua? —Señalo la botella.

—Sí, claro —Como es de esperarse, intenta hacer todo él, así que aprovecho la situación.

Me giro hasta el otro mueble, dónde está escondido mi cuchillo y me preparo para demostrar mis intenciones. Un corte en el cuello y entonces me desharé de él para siempre. Ni merece mi típico discurso de asesina, solo lo mataré y eso será todo.

Agarro mi arma blanca, lo observo de espaldas un segundo, está sentado mientras sirve el agua en un vaso. Hago fuerza con mis rodillas para acercarme hasta él desde la cama y apoyo la hoja afilada en su cuello.

—Adiós, cariño —Sonrío.

De repente en una acción rápida, agarra mi muñeca y me gira, mi espalda choca contra su torso, entonces no sé cómo, pero la que tiene el arma apoyada en la piel soy yo. Siento su respiración en mi mejilla, sus labios la tocan y ni idea cómo reaccionar.

—¿Kyle?

Voy a morir.

—Me dueles, Dasha ¿Por qué me lastimas así? Pensé que nos entenderíamos.

—Vas a matarme ¿cierto?

—¿Por qué haría eso? —dice en un tono bajo y pone su mano en mi pierna —Si yo te amo.

Maldita cursilería. Le pego un codazo y aún con mi pie enyesado, me tiro de la cama para salir corriendo. Bueno, es lo que intento, no puedo avanzar mucho con esta discapacidad temporal.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora