50. Manipulación

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Kyle

Ya es tarde, ya se ha oscurecido. Cierro la ventana de la habitación y me giro a ver a Dasha en la cama. Me ha costado convencerla para que hiciera reposo, pero al final cedió y como estaba cansada terminó durmiéndose.

Camino hasta el cajón y agarro una soga de allí. No puedo arriesgarme otra vez y dejar que se vaya. Mejor tomar precauciones. Me acerco hasta la cama y tomo una de las manos de mi mujer. Ato un nudo en su muñeca, haciendo lo mismo con el respaldo de la cama. Al estar a pocos centímetros de ella, siento su respiración, entonces no puedo evitar besarla.

Sus ojos se abren.

Su mano se mueve, dándose cuenta de que está atada, entonces utiliza la otra para empujarme y frunce el ceño.

—Te mataré —amenaza y sonrío —. Debí haberlo sospechado —se queja sobre la soga.

—No podías —Acaricio su mejilla —estabas muy cansada para pensar.

—Como sea ¿Qué crees que haces? No me toques —me aclara otra vez y me parte el corazón de nuevo.

—¿Y yo que te hice? —digo afligido —Antes no me decías esas cosas.

—Ser hijo del demonio —exclama severa.

—Deja de compararme —Apoyo mi mano al costado de su cabeza —yo no soy el señor Collins.

—No, pero tienes su sangre y con eso me basta para que me asqueé.

—¿Y eso que importa? —Tomo la mano que tiene suelta y la apoyo en mi mejilla —¿Acaso lo ves a él? ¿Ves a otra persona delante de ti? Soy Kyle, mi amor —Me acerco a sus labios —. No hay nadie más aquí, que tú y yo.

Se forma un silencio.

—Eres un loco obsesionado —me agrede.

Me río.

—¿Ya no tienes argumentos o qué?

—De hecho estoy analizando tu definición —Sonríe.

Me encanta.

—¿Y cuál es la conclusión? —pregunto emocionado.

—Que me sueltes —me pide.

—No te vas a ir, Dasha —le aclaro pero aún con tranquilidad.

—Estoy nerviosa —confiesa —si me dejas atada lo estaré más, así que desátame y te daré lo que quieres, negociemos.

—¿Y qué es lo que deseo? —Miro como abre las piernas.

—Ambos sabemos el qué.

—Creí que te asqueaba.

—No me importa, mientras obtenga lo que quiero.

—Eso es manipulación —Me río de nuevo.

—Defínelo como desees, ¿aceptas o no?

—No —digo determinado y me inclino alejándome de ella —no voy a acostarme contigo si te doy asco.

¿Cuál es el punto de disfrutarlo si no lo hacemos ambos?

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora