53. Cemento

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Kyle

Me duele la cabeza, toco mi nuca mientras me levanto del suelo y observo el baño viejo en donde estoy ¿Cómo llegué aquí? El dolor demuestra que me pegaron con algo contundente, al cual no vi venir.

Estoy seguro que fue mi padre.

Camino hasta la puerta, pero al parecer está cerrada. Se ve tan desecha que solo tendría que forzarla para abrirla. Agarro una barra que hay en el suelo y hago palanca para empujar, logrando destruir lo que queda de este trasto, así que consigo salir de allí.

Visualizo que estoy en una fábrica abandonada, o eso parece. Voy por los pasillos escuchando ruido y me dirijo a donde oigo la voz de Dasha. La encuentro sentada en una silla y sus manos atadas hacia atrás, delante está mi padre parado en frente de ella. Se acerca, agarra su rostro y la besa. Me quedo tildado mirando la escena, analizando cada reacción.

Lo voy a matar.

Lo extraño en mí, es que mi lado más sádico y agresivo, se manifiesta de una manera muy tranquila. Camino hasta la grúa sin que me vean. Agarro un poco de cemento para armar. Pongo la bolsa en la máquina, entonces la enciendo, poniéndola en automático. Hago tiempo al ir directo hacia donde se encuentran.

—¿Qué planeas? —le pregunto y frunzo el ceño —¿Qué haces besando a mi mujer?

—Hijo, no está pasando nada, solo le estoy explicando a Dasha como fueron las cosas.

—¿Qué cosas? Si se puede saber —exclamo severo.

—Que los milagros ocurren, sobreviví a varias puñaladas, mis dos hijos se conocieron y Dasha sin conocer quién eras, va a tener un bebé contigo, es un milagro de Dios.

—No metas a Dios en tus locuras —opino —y en todo caso, no tiene nada que ver con que la hayas besado, no la toques y dime qué estás planeando —ordeno —¿Por qué nos has traído aquí?

—Estoy cuidando tus intereses, esta mujer se te ha escapado en tantas oportunidades y a mí ni una sola vez, solo quiero enseñarte como funciona.

—Tus métodos no me interesan —Ruedo los ojos, luego lo miro directo entrecerrando los ojos —menos si la tocas.

La observo un instante, está temblando y evita mirarlo. Empujo a mi padre, entonces avanzo hasta ella, me agacho y agarro su barbilla, me encuentro con sus ojos, los cuales se abren en grande. No se había percatado de mi presencia. De hecho cuando está mi padre cerca, no se da cuenta de lo que hay a su alrededor.

—Dasha —Le sonrío —¿Te casas conmigo? Tengo el mejor regalo de bodas para ti.

—¿Qué? —dice aturdida.

La grúa empieza a llegar, entonces la máquina se activa, ya que puse el temporizador, se inclina y el cemento comienza a caer sobre mi padre.

—¿Pero qué...? —expresa él alterado, me acerco hasta allí y le pego con la barra que aún tengo en la mano —¡Ah! —chilla cuando se cae —¿Qué haces? —expresa alterado.

—Tú lo dijiste una vez —le aclaro —cuando estoy en amigable, mejor alejarse —Sonrío —. Aunque ahora no podrás, descansa en paz, papi.

—¿Qué... ¿Qué quieres decir? —pregunta nervioso.

—No tengas miedo, solo voy a hacerte dormir para siempre —digo tranquilo —. Siento mucho si esto duele un poco, pero cuando se pierde el aire, es inevitable.

—Espera, hijo...

—No tengo tiempo, tengo que preparar una boda y sabes que odio ser impuntual, quizás en otra vida —Me acerco a la máquina y presiono el botón —. Adiós, papá.

Grita, pero el cemento que falta, le cae en la cabeza, enterrándolo por completo.

La tranquilidad se va cuando se oye el sonido de la policía. Lo que me hace pensar que el dueño del hotel los llamó, cuando mi padre hizo toda esta maldita movida. Preferible huir, ya que parece que Dasha hizo algo en este país del cual aún no estoy enterado.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora