43. ¿Qué pasa?

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Kyle

Si las paredes hablarán, dirían barbaridades de esta habitación y hasta se avergonzarían. Estar sobre Dasha se ha convertido en uno de mis pasatiempos favoritos.

Respiro con agitación, dejo de unirme a ella y me levanto para tirar el preservativo. Mi mujer se acomoda en la cama, entonces se inclina para sentarse. Le alcanzo un vaso de agua, antes de recostarme a su lado, cubriéndonos con las sábanas hasta la cintura.

—¿Todo en órden? —pregunto tranquilo mientras toma del recipiente y luego me lo devuelve para que lo apoye en la mesita de luz.

—Bien, ¿y tú? —Me sonríe.

—Fabuloso —Acaricio su pierna —pero me refería a otra cosa —Apoyo mi mano en su vientre.

—Oh, ¿esa cosa? Está bien.

Me acerco a su rostro.

—Pensé que te las arreglarías para huir, conseguir pastillas y amenazarme otra vez.

—No sé dónde estamos y los religiosos jamás tendrían algo que aportar sobre abortos.

—Buena respuesta —La beso y me corresponde, agarro su nuca sin soltarla —¿Cuál es la trampa? —Mis labios tocan su delicioso cuello.

—Ninguna, solo tengo buen sexo —Sube su pierna sobre la mía —. Pensé que querías eso.

—Quiero muchas cosas contigo, pero no creo que tú las quieras todas conmigo.

—Tienes razón —Revolotea las pestañas —yo solo deseo que mueras —Su sonrisa permanece en su rostro y se queda mirándome fijo para aclarar lo que piensa —aunque no estoy quejándome del sexo, creo que es lo único en lo que coincidimos.

—Me pones loco, Dasha —Me inclino sobre ella y la beso.

La puerta suena con dos golpes y nos interrumpen, así que frunzo el ceño. Me levanto de la cama, comenzando a vestirme. Agarro mis llaves y abro la puerta del cuarto.

—¿Qué pasa? —le digo al párroco y este se acerca a mi oído para contarme algo a lo bajo —¿En verdad?

—Sí, señor —Asiente.

—Ahí voy —Le cierro la puerta en la cara sin importarme.

—¿Qué ocurre? —pregunta Dasha Intentando mirar quién era el que interrumpió.

—Nada importante —Abro el cierre de mi pantalón —¿Seguimos?

Frunce el ceño.

—¿Pero no le dijiste que ya ibas? —expresa lo que escuchó.

Subo sobre la cama y esta se hunde, acto seguido ya estoy encima de mi mujer que inclina su cabeza hacia la almohada.

—Sí, pero primero quiero mi round dos —La beso y me corresponde.

Sonríe.

—No me iré a ninguna parte —insiste.

—Debo admitir que confío mucho en tus habilidades de escapista.

Se ríe.

—Soy muy buena en lo que hago.

—Lo sé.

La beso otra vez y me preparo para tocar ese cuerpo que tanto deseo, el cual se ha vuelto mi obsesión.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora