37. Divorcio

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Kyle

Bajo de mi limosina y me adentro en el edificio que tengo en frente. La recepcionista me guía a una oficina aislada y cuando camino a la silla para sentarme en frente del escritorio de mi contacto. Este que estaba mirando hacia la ventana, gira su asiento para observarme.

—Kyle Macgowan.

—Sergei Matthei —nombro al hombre que me ha estado ayudando todo este tiempo.

De hecho es alguien que conozco hace años, es un mafioso con mala reputación entre los suyos. Tengo esta clase de contactos por culpa de mi padre, aunque no me meteré a recordar mi pasado, prefiero concentrarme en mi esposa. Hace poco descubrí que Sergei tuvo una relación con Dasha y que ella lo utilizaba, como a todas sus anteriores parejas. Pocos de los que estuvieron con mi mujer han sobrevivido, pero este hombre no le guarda rencor, o al menos es lo que aparenta.

—Te llamé para que vinieras aquí porque lo que te voy a decir es delicado —me cuenta.

Frunzo el ceño.

—No des vueltas, para algo te pago —le aclaro —¿Qué sabés?

—Descubrieron que Dasha está viva —Sonríe.

—¿Quién?

—Bueno, no quiero ser el que te dé las malas noticias pero, es su último marido. Después de todo nunca se divorciaron y ninguno de los dos murió. Así que te aclaro, la irá a buscar.

Dasha

¿Quién es el contacto de Kyle?

Voy hasta un cibercafé, un establecimiento dónde puedo tomar algo mientras uso una computadora que no es mía. Siempre es preferible, para que no hallen tu ubicación principal.

Pongo un pendrive en el computador y descargo una aplicación que siempre me ha sido útil para buscar lo que no está a la vista. Alzo una ceja cuando descubro que el dueño del establecimiento en el que estuve con Kyle, no es nada más ni nada menos que uno de los pocos idiotas que han sobrevivido a mis asesinatos.

Sergei Matthei.

¿Por qué mierda Kyle conoce a este tipo?

Observo que la información está siendo registrada, ya que el buscador del programa me avisa, así que apago la computadora rápido.

Alguien quiere rastrearme, mejor me voy.

Guardo el pendrive, pago el tiempo que estuve en la PC y salgo rápido del establecimiento. Camino lento por la vereda, pero me detengo cuando una camioneta negra se frena cerca de mí.

Mierda. Mafiosos.

Hombres bajan y me apuntan con sus armas. Termino con una bolsa en la cabeza, ya que no puedo defenderme y mis manos quedan atadas. Acto seguido me meten al vehículo, entonces cuando me quiero dar cuenta me encuentro en un galpón al ellos quitarme lo de que tenía en la cabeza y sentarme en la única silla que hay en aquél lugar de mala muerte.

—Ay que miedo tengo —me burlo mientras los hombres terminan su labor —¿Vas a ajustar esto o qué? Creo que fuiste muy amable —le digo al matón.

—El jefe decidirá eso —me responde.

—¿Y quién es tu jefe si se puede saber?

—Dasha, ¿Ya te olvidaste de mí? —Oigo abrirse una puerta y ver entrar a aquel rubio, el cual se quita los lentes oscuros para dejar verse el intenso color verde de sus ojos —Que poco considerada eres con tu esposo —Sonríe.

Oh miren, Adonis está aquí.

—Hola, Bray —Me río —. Te tardaste, cariño ¿Vienes a pedirme el divorcio?

—¿Me lo darías?

—¿Para que te cases con tu amante y seas feliz? Ni hablar, se supone que mis parejas deben ser infelices.

Entonces con mucha tranquilidad confiesa.

—Sabía que dirías eso, por lo tanto voy a matarte.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora