Su último marido (R#8)

8. Él es Kyle Macgowan

Con una venda en la cabeza, un yeso en el pie y una operación en el abdomen, realmente parezco una lisiada, mejor dicho soy una, pero ya me quiero largar.

—¡No te levantes! —me dice el tal Kyle llegando por la puerta al ver mi acción.

—Eres muy considerado —hago una sonrisa falsa.

"Pero ya me quiero ir" agregaría pero arruinaría toda mi fachada de seducción.

—¿Por qué sigues aquí? —decido cambiar el tema.

—Quería ver que todo estuviera bien, además le has dicho al doctor que no tienes familia, así que alguien debe cuidarte.

Este se está entregando en bandeja, será tonto, es demasiado fácil o quizás oculta algo, como pienso de todos los hombres.

—¿A dónde irás cuando te den el alta? No puedes estar sola, cualquier cosa, buscaré a alguien que te ayude, me siento responsable —me explica.

—No lo hagas, no fue tu culpa que me asaltarán —soy buena con las mentiras.

Lo que sí fue tu culpa, es que casi tu chófer me pasa el auto por encima. Oh, eso sí lo recuerdo. Entonces comienzo a acordarme nuestra conversación.

—"El blanco siempre es propenso al rojo" ¿Qué quisiste decir cuando manche tu traje? Que por cierto, lo siento otra vez —me hago la afligida.

Sonríe.

—No te preocupes, la lavandería lo arreglará. Por la otra pregunta, no sé, creí que era una frase y decidí usarla.

—Ni idea —me río —. Eres muy amable ¿no?

—¿Tú crees? Me han dicho que tengo múltiples facetas.

—Bueno, tiene sentido, está es la primera impresión que tengo de ti.

—Puedes tener muchas más si quieres.

En definitiva, este hombre sí, me está coqueteando al cien por cien, no se va con rodeos. Se nota que no es del tipo tímido, obvio que va de frente. No sé si deba lidiar con él, pero por ahora es la única opción que tengo y si lo miras bien, no está mal, es guapo.