42. Nunca más

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Dasha

Han pasado varios días y ya me he recuperado del todo. Incluso mi pie, aunque preferiría que Kyle no se enterará de eso. Tiene una extraña afición por verme inválida.

Me levanto de la cama y voy descalza, con solo un vestido finito, salgo del cuarto. Espío por el pasillo, no hay nadie, es mi momento. Este sitio me sigue pareciendo extraño, o simplemente me caen mal los lugares religiosos. Mejor me apresuro a irme de aquí, si Kyle descubre que puedo caminar tranquilamente, seguro me encierra y no podré intentar escapar nunca más de ese maldito cuarto.

Mierda, gente.

Me sobresalto cuando alguien me agarra del brazo y me oculta detrás de una columna.

—Kyle —Era de esperarse.

El pelirrojo sonríe.

—¿Qué estás haciendo? No vayas por ahí sin mi consentimiento.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso le tengo que temer a un montón de religiosos? —me burlo.

—No, pero hay costumbres y se respetan, es la hora del silencio —dice en tono bajo.

Ruedo los ojos.

—¿Y a mí que me importa?

—De hecho a mí tampoco —Apoya su mano en mi pierna —pero no queremos problemas —Se acerca a mi cuello —¿O acaso deseas que tu marido te encuentre? Soy tu mejor opción, Dasha —Chuponea allí y su dedos pasan debajo de mi vestido —. Juega conmigo, cariño.

Mierda que calor.

—No me toques, pervertido.

—Te extraño —Apoya despacio sus dientes en mi oreja.

—Eres insoportable.

—Haz silencio o nos van a ver —Une su boca con la mía y levanta mi muslo —. Te aseguro que no quieres que se enteren.

¿Qué? ¿Son religiosos ortodoxos o acaso pertenecen a una secta? Que absurdo. Aunque sean o no, lo importante aquí es que no delaten mi ubicación. Así que le sigo el juego a Kyle y le correspondo. Además debo manipularlo porque si se da cuenta, me cerrará la puerta del cuarto. Tengo que encontrar la mejor manera de salir de aquí.

Kyle baja mis bragas, entonces levanta mi otra pierna y ambas quedan sobre su cintura.

—Has tomado una buena decisión —Mordisquea mi labio y luego lo junta de nuevo con el suyo.

Saca un preservativo de su bolsillo, porque estoy segura de que piensa que me he acostado con otros. Lo hubiera hecho, pero no tuve tiempo en realidad. Aunque siempre me cuido, así que no tiene sentido lo que lo piensa.

Usa el condón y se une a mí en aquella columna, aunque después de que esas personas se fueran del pasillo, me lleva  otra vez al cuarto, entonces seguimos teniendo sexo allí. Me tira sobre la cama y vuelve a juntar su cuerpo con el mío.

Siempre termino involucrándome con hombres controladores. A lo que me refiero es que son más difíciles de eliminar del mapa. No quiero comparar a Kyle con el señor Collins, porque de hecho yo a ese hombre le tenía miedo, porque me trataba mal y a la vez, dependía mucho de él. En cambio este pelirrojo, es atento, no es un viejo y no lo necesito en absoluto. Ni hablar del sexo, es muy bueno en la cama. Pero esto se está volviendo una rutina y a mí ya no me van los hábitos en conjunto.

Nunca más.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora