19. Las señales

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Con una muleta, estoy como deshabilitada tanto como para huir y abandonarlo, como hasta para matarlo. Pero soy una asesina, nunca me ha detenido nada, ni siquiera mi pie lo hará ahora. Incluso las pastillas, que cálculo que serían para darme cansancio o que mis heridas no se curarán. Así que lo siento Kyle, te salió mal, ahora voy a averiguar qué tramas y te asesinaré, me vengaré. Esta es la última vez que te burlas de Dasha Collins.

Me da un leve beso en los labios y me despide con una sonrisa. Que ahora sé que es de hipócrita ¿Qué estarás pensando realmente? Porque en definitiva, no eres ningún santo. Cuando oigo la puerta cerrarse, giro mi vista viendo que mi muleta hasta lejos.

Antes no me daba cuenta, pero ahora sé que lo hace a propósito. Incluso ha golpeado mi pie varias veces, fingiendo que era un accidente o una equivocación por su torpeza. Es obvio que me quiere mantener inválida.

Me levanto de mi silla, haciendo fuerza con las manos y como puedo, agarro la muleta. Acto seguido, camino con esta y tiro las pastillas por la ventana. Giro mi vista al llavero, dándome cuenta que no tengo ni siquiera llaves de esta casa. Las señales estaban tan claras y ni me había dado cuenta.

Él controla todo lo que hago.

¿Qué será? ¿Qué quieres conseguir con eso? O quizás solo sea un obsesivo con el control. Un loco obsesivo con el control ¿Qué persona normal hace eso? Obvio, es un demente.

Mira quién habla.

Ok, pero yo tengo objetivos. El dinero, lo material ¿Él qué? Porque no creo que sepa que yo tengo cuentas bancarias en otro país ¿o sí?

Avanzo con mi muleta y decido revisar toda la casa, incluso la planta de arriba, dónde estaba la habitación matrimonial anteriormente, pero por suerte lo hice cambiarla. Aún así, no encuentro nada, ni un indicio. Es inteligente, pero todos tenemos algún punto débil.

Bien, lo admito, yo también tengo uno, pero no lo voy a decir.

Abro un cajón de nuestra habitación, el cual está atorado y debajo del estampado, encuentro una carta ¡Bingo! Nada se me escapa.

Leo las primeras líneas de lo que parece ser un poema:

"Sangre en tus venas, la piel que voy a cortar. Hay un sótano, es dónde te quiero encerrar..."

¿Tienes un sótano? Que conmovedor y ni me enteré. Sigo leyendo. Habla de la iglesia, de las mentiras y de una pareja. Bajo al final de la nota y leo que es para una tal Irene.

Sonrío.

—¿Es tu esposa difunta? —me burlo —¿La mataste? Idiota.

Genial, ya estoy hablando sola. Olvidemos el sarcasmo y manos a la obra. Ahora sé que solo trato con un psicópata.

Su último marido (R#8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora