Fyodor acarició con las puntas de los dedos ese hermoso rostro dormido. Sentía algo parecido a la alegría cada vez que lo hacía. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que podría tocarle mil veces, y en ni una de esas mil pasaría de dormido a muerto por su culpa. Seguiría respirando como nadie había hecho, sin crimen ni castigo.
Sin embargo, no podía decir que fuese feliz al tocarle, no era capaz de experimentar ese sentimiento. Se odiaban, al fin y al cabo, y sus corazones estaban tan podridos que ni en un mundo idílico tendrían la posibilidad de sentir la verdadera dicha. Pero le tranquilizaba hacerlo, acariciarle y ver que no dejaba de respirar por ello. Esa calma que nunca antes había vivido se entremezclaba con la inseguridad y con mil y un sentimientos contradictorios más. Su único consuelo era que él nunca se enteraría de aquello. Eso creía y de eso estaba seguro.
Tenía a Dazai prisionero, atrapado y retenido contra su voluntad para que no se interpusiese en sus planes de localización del libro y destrucción -posterior o anterior, eso ya le era indiferente- de Yokohama. Pero, aunque esa fuese su posición, lo mantenía cautivo en un lujoso cuarto, sedado la mayor parte del tiempo. Descansaba entre suaves sábanas blancas como una especie de Bella Durmiente. Al principio sólo quería romperlo por rabia, envidia y una rivalidad no reconocida, pero al descubrir que podía tocarlo se convirtió en una de sus posesiones más valiosas. Para Dostoievski era un juguete único en el mundo, una joya que valía la pena conservar y a la que no se atrevía a mirar demasiado por miedo a desgastar. Por eso hasta le había curado las heridas, las marcas de tortura que se ganó durante sus primeros días allí.
-Deja de mirarme así. -Susurró Dazai entreabriendo los ojos. Su expresión estaba pintada del asco más puro, pero no tenía fuerzas para alzar la voz. La droga todavía le hacía efecto-. Es asqueroso.
-Me entenderías si vieras lo que yo veo. -Murmuró Fyodor, manteniendo también su tono al raso. Aún no se había cansado de contemplarle aquel día, pero tampoco le apetecía charlar, menos con alguien tan peligroso. Veloz hundió una jeringuilla en su brazo desnudo ignorando descaradamente que en su torrente sanguíneo seguía haciendo efecto la dosis anterior. Acertó sobre la vena-. Buenas noches, Dazai.
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All the things you said [BSD fanfic]
Fanfiction¿Con cuántas palabras podemos hablar? ¿Qué debemos decir en cada segundo, en cada momento? ¿Quiénes lo haremos? ¿Cómo nos expresaremos? No calles, habla. Quizá me interesen todas esas cosas que tienes que decir. [Conjunto de 60 drabbles muy cortos b...