Capítulo 5

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Christopher y Ruth regresaron por la tarde a la casa de Elsa.

Ruth entró y tomó el vaso que la criada le ofreció sin agradecer o decir alguna palabra.

Chris: muchas gracias- le sonrió a la chica.

Ruth: ¿dónde está Elsa?- le preguntó arrogante.

Muchacha: está en la piscina.

Ruth: ay Chris vamos a tomar el sol, por favor- le dijo casi suplicando.

Chris: no, tenemos que volver. Ya compraste los caballos, además yo tengo que volver a casa.

Ruth: Christopher por favor la hacienda puede sobrevivir unas horas más sin ti.

Chris: no es por eso, de verdad necesito volver... si tú quieres quedarte hazlo, yo llamaré al piloto para que esté listo- dijo subiendo las escaleras.

Ruth refunfuñó y a regañadientes subió a su habitación por sus maletas.

Media hora después se despidieron de Elsa y ya estaban de camino hacia la pista de despegue.

Christopher seguía tratando de comunicarse con Maite pero la señal era muy débil y la llamada no lograba efectuarse.

Cuando llegaron al aeropuerto comenzaba a llover y estaba anocheciendo.

Piloto: lo siento, parece que hay una tormenta muy fuerte en Río Grande tendremos que esperar un poco para poder despegar.

Chris: ¿cuánto tiempo?- preguntó desesperado.

Piloto: yo creo que un par de horas como máximo.

Suspiró frustrado, realmente quería regresar rápido, sentía que algo no estaba bien.

Llevaban casi hora y media cuando su celular comenzó a sonar, al ver quién era contestó de inmediato.

Chris: Maite al fin... ¿Qué está pasando?

Maite: Chris... o hay... es...ro...la tormenta...- se escuchó entrecortado por la interferencia.

Chris: Maite no te entiendo... ¿Cómo está ella?- Ruth lo miró molesta en ese momento.

Maite: ayer tenía fiebre, lo siento Chris pero...

La llamada se cortó sin dejarla terminar.

Chris: ¡Maite!... ¡Maite!- trato de llamarla de nuevo pero la llamada ya no entraba.

Chris: Carajo...- maldijo en voz baja.

Ruth: ¿qué pasa? ¿Quién es ella?- preguntó molesta.

Chris: es una larga historia... tenemos que irnos ahora- dijo desesperado y a la vez preocupado por la desconocida.

Ruth: Christopher mejor deberías dejar de preocuparte... podríamos aprovechar el tiempo de otra manera- dijo insinuándose, Christopher la miró.

Chris: tienes razón, iré a preguntar al piloto- se levantó y se dirigió hacia la cabina donde los pilotos trataban de comunicarse con su lugar de destino.


Doce horas antes
Carmen bajó corriendo las escaleras justo en el momento que Maite, Christian y Poncho entraban a la casa.

Carmen: ay hijos que bueno que ya llegaron, la muchacha que trajo mi niño Christopher está ardiendo en calentura.

Poncho subió corriendo seguido de Maite; cuando entraron la chica comenzó a convulsionar y a sangrar por la nariz.

Poncho hizo lo que pudo con lo poco que llevaba en su maletín.

Maite: ¿qué hacemos?

Poncho: no hay mucho que yo pueda hacer aquí... de hecho ya agoté todas mis opciones y con esta maldita tormenta no podemos llevarla al hospital... creo que es hora de llamar a Christopher, él debe saber lo que está pasando.

Maite: ¿crees que sobreviva?

Poncho: no lo sé, pero es mejor estar preparados.

Maite intentó comunicarse con Christopher cerca de dos horas pero con la tormenta era casi importable no salían ni entraban las llamadas.

Mientras tanto Poncho hacia lo que podía para estabilizar a la muchacha, hasta que casi al amanecer ella pareció recuperarse y él al fin pudo dormir un poco en el sillón que estaba en la habitación.

Maite entró con cuidado y al ver a Poncho dormido apagó la luz dejando solamente la pequeña lámpara que estaba junto a la cama.

Pensó en ir a dormir a su habitación pero era mejor pasar la noche ahí por si la chica empeoraba y Poncho la necesitaba.

Se acostó con cuidado en la cama de Christopher junto a la chica, la miró y acomodó su largo cabello rojo.

Maite: tienes que aguantar, haz el esfuerzo al menos hasta que llegue mi primo... Christopher tiene mucha fe en que despiertes.

Sonrió cuando ella pareció fruncir el ceño.

Se recostó y cerró los ojos para descansar al menos unas horas.

Despertó cuando la luz que entraba por la ventana le molestó los ojos, las cortinas quedaron abiertas y con el cansancio no pensó en cerrarlas.

Se levantó con pereza y cerró las cortinas, se talló los ojos mientras regresaba a la cama, cuando sus ojos se abrieron y su vista se aclaró se acercó corriendo hasta la chica, estaba muy asustada.

Algo andaba mal, tocó su frente y se alejó asustada.

Maite: ¡Poncho!¡Poncho!- lo movió para despertarlo.

Él se levantó y cuando se acercó a la cama la sangre abandonó su cuerpo.

Poncho: no puede ser...- susurró incrédulo.

Miró a Maite y le devolvió la misma cara de confusión que él tenía, corrió hacia la muchacha pero ya no había mucho que ella necesitara.


(Mini maratón 3/3)


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