Capítulo 9

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Christopher entró a la casa con las botas llenas de lodo, había sido un día bastante complicado, la tormenta de los días anteriores había dejado algunos estragos en el rancho, algunos árboles se cayeron y derribaron la cerca que limitaba su propiedad por lo que habían tenido que reparar casi veinte metros de cerca que había quedado inservible.

A cualquiera le parecería más simple ordenas a todos sus trabajadores que lo hicieran, pero para él el cuidado  de sus tierras era algo que disfrutaba realizar, le encantaba hacerse cargo personalmente de sus tierras, de los cultivos y sobre todo supervisar el perfilado que se le daba a los animales.

Subía las escaleras mientras limpiaba con un pañuelo la suciedad de su cara y suspirando agotado, de pronto levantó la mirada y el cansancio que tenía se esfumó cuando vio a aquella pelirroja bajar por las escaleras.

Roberta: hola Christopher

Chris: hola ¿Cómo estás?

Roberta: mejor que tú por lo que veo...- dijo sonriendo refiriéndose a su aspecto, él sonrió y se encogió de hombros- no te había visto en todo el día.

Chris: si, estaba un poco acusado con la cerca pero ya está todo resuelto- ella asintió perdiéndose por unos segundos en esa hermosa sonrisa, aunque ahora mismo tenía la pinta de un albañil Christopher Uckerman no dejaba de ser el hombre más guapo del lugar, o al menos así lo era para ella.

Roberta: heeee creo que Carmen preparó limonada ¿Quieres que te sirva un poco?

Chris: claro, me encantaría- dijo con una media sonrisa. Comenzaron a bajar las escaleras dirigiéndose a la cocina.

Roberta: ¿Cómo alguien con solo veinticinco años dirige un enorme rancho a la perfección?

Chris: ¿Quién te dijo que tengo veinticinco?- dijo provocando que ella se ruborizara y él comenzó a reír.

Roberta: bueno Maite me ha contado algunas cosas.

Chris: está bien... pues éste rancho ha estado en mi familia por muchos años, primero fue de mi abuelo y después mi papá quiso hacerse cargo de él.

Roberta: Y ahora lo haces tú...

Chris: lo intento, la verdad es algo complicado mantenerlo como él lo hacía, aún no encuentro cómo él podía ser un excelente capataz, labrador, vaquero y sobre todo un padre increíble- dijo sonriendo.

Roberta: algún día lograrás ser todo eso y más, creo que lo principal es ser un buen hombre y tú ya lo eres- dijo provocando que él la mirara sonriendo embobado.

Chris: gracias...

Llegaron a la cocina y ella buscó dos vasos en dónde sirvió la deliciosa limonada que estaba sobre la mesa, le entregó el vaso evitando tocar su mano, la sensación que recorría su cuerpo cada vez que lo tocaba o pensaba en él era algo tan fuerte que llegaba a asustarla.

Chris: ¿Cómo te sientes en la hacienda?- dijo llevando la bebida a su boca.

Roberta: bien, todos son muy amables conmigo aunque...- él dejó de beber para prestarle toda su atención.

Chris: ¿Aunque qué?

Roberta: bueno no sé, quisiera hacer algo productivo y no estar solamente en casa.

Chris: ¿Qué te gustaría hacer?

Roberta: no sé, he tratado de ayudarle a Carmen con los deberes pero no me deja ni ordenar mi cama- dijo sonriendo.

Chris: si, ella es algo celosa con eso, al final terminé cediendo sobre todo porque se enfadaba cuando no lo hacía bien- dijo riendo.

Roberta: enojada es un peligro...

Chris: si... con los años he aprendido a conocer que tan enojada está, cuando me llama Chris o mi niño es porque es un pan de azúcar, cuando soy Christopher está molesta por algo aunque  no necesariamente conmigo pero cuando soy Christopher Uckerman sé que no puedo aparecérmele en al menos dos días- dijo riendo al igual que ella- pero eso normalmente no ocurre muy seguido.

Roberta: la conoces bien...- dijo sonriendo.

Chris: claro es mi nana desde que tengo memoria y siempre ha estado conmigo en todo momento, por eso sé casi todo de ella y como consejo te digo que no trates de ayudarla en los deberes.

Roberta: ¿Y entonces que otra cosa hago? No recuerdo saber algún oficio y mucho menos una profesión.

Chris: puedes ayudarme...

Roberta: ¿De verdad?- él asintió.

Chris: claro, puedes acompañarme a supervisar la siembra, el ganado y si quieres algo de finanzas, puedo enseñarte contabilidad y algo de administración... serías como mi asistente personal- dijo sonriendo emocionado- ¿Qué te parece?- fue en ese momento que ella salió de sus pensamientos, ¿Es que él era siempre así de apuesto o sólo cuando estaba con ella?

Roberta: me encantaría...- susurró con una sonrisa en los labios.

En ese momento la puerta principal se abrió y un silbido particular resonó en la sala y se maximizaba cada vez más hasta que estuvo frente a ellos.
Poncho entró a la habitación silbando y con su típica sonrisa encantadora en los labios.

Al verlos en medio de la cocina su sonrisa se enancho y se acercó a saludar a su mejor amigo y a aquella chica.

Chris: ¿Qué haces aquí?- preguntó saludando a su amigo.

Poncho: pues vine a revisar a tu chica y...- todo lo que él dijo después de eso salió de la percepción de Christopher; "tu chica" que bien se escuchaba eso.

Roberta: me llamo Roberta, Chris me ayudó a elegirlo..- dijo sonriendo.

Poncho: es un nombre muy lindo, creo que va contigo.

Roberta: gracias- dijo sonriendo apenada y bajó la mirada ruborizada.

Christopher suspiró buscando fuerza para soportar esas sonrisitas y miradas que su amigo compartía con la pelirroja.

Chris: bueno entonces deberías comenzar ya antes de que sea más tarde.

Poncho: si pero... creo que es mejor en la habitación, tengo que revisar tus signos, tu presión arterial y todo eso y en la habitación puede ser más cómodo.

Roberta: muy bien entonces vamos- dijo colocando la taza en el lavavajillas y limpiando sus labios con la servilleta para después dejarla  en el cesto de basura- ya vuelvo Chris...

Al llegar a la puerta Poncho le cedió el paso y ella le sonrió en modo de agradecimiento, ambos salieron de la cocina mientras hablaban y reían amigablemente.

Y en ese silencio que atravesó el lugar fue que Christopher se dio cuenta que ella era muy importante y aunque aún no sabía si era del interés de su amigo no estaba dispuesto a perderla, o al menos no sin dar pelea.

Sonrió decidido y salió de la cocina dispuesto a convertirse en el príncipe encantado que su princesa necesitaba, sin embargo él aún no sabía que para ella Christopher ya era no solamente su príncipe sino también su héroe, su protección... su refugio.

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