Capítulo 10

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Roberta y Poncho llegaron a la habitación de Christopher donde ella dormía y Alfonso comenzó a revisarla como lo hacía cotidianamente.

Poncho: ¿Cómo te has sentido?- preguntó mientras colocaba el estetoscopio en el pecho de la chica para medir sus latidos.

Roberta: mucho mejor, ya no me duele la cabeza.

Poncho: ¿Y los mareos?

Roberta: no he sentido uno desde hace días.

Poncho: muy bien, parece que todo va viento en popa, pronto podrás llevar una vida normal- dijo mientras guardaba sus instrumentos en su maletín.

Roberta: si, sobre eso... quería preguntarte si puedo trabajar en la hacienda.

Poncho: ¿Trabajar en la hacienda?... ¿Haciendo qué?- la miró extrañado.

Roberta: pues no sé, Christopher me dijo que puedo ayudarle en sus deberes.

Poncho: ¿Ayudarle a Chris?- preguntó sonriendo- ¿Osea que harás de todo?

Roberta: pues sí, supongo... dijo que me enseñaría algunas cosas de la hacienda y eso... la idea es no aburrirme encerrada todo el día... ¿Puedo? Es decir médicamente.

Poncho: claro, aunque no debes excederte y si te sientes mal o algo es mejor que lo dejes, aunque estoy seguro que Christopher te cuidará bien y será el primero en enviarte a casa si te nota extraña, pero de cualquiera manera si te sientes mal o diferente me llamas ¿Ok?

Roberta: si... te lo prometo- dijo sonriendo emocionada.

Poncho: entonces por la parte médica no hay problema- dijo sonriendo- ¿y cómo está eso de Roberta?

Roberta: bueno... como no recuerdo mi nombre real Maite pensó que sería mejor escoger uno, al menos temporalmente y Chris sugirió ese nombre y pues me gustó... ¿es lindo no?

Poncho: ¿Christopher o el nombre?- preguntó elevando las cejas provocando que ella se ruborizara y él simplemente sonrió- es un nombre muy bonito- Roberta sonrió. Poncho miró su reloj e hizo una mueca- tengo que irme, me enviarán un interno y llegará en una hora...- Roberta asintió y lo acompañó hasta la puerta de la entrada- adiós linda- dijo besando su mejilla.

Roberta: adiós...- dijo sonriendo ruborizada.

Poncho subió a su auto y cuando ella estaba a punto de cerrar la puerta vio que alguien entraba cabalgando un hermoso caballo y saludaba a Poncho al momento de cruzarse en el camino.

Christian llegó hasta la puerta principal y bajó de su caballo para después entregarle las riendas a un empleado que se acercó a él, el rubio visualizó a la chica y sonrió amigablemente.

Christian: hola ¿sabes si Maite está en casa?

Roberta: heee no lo sé, pero pasa iré a buscarla- dijo retirándose de la puerta permitiendo que el chico pasara. Ella estaba a punto de subir las escaleras cuando algo provocó que se detuviera en seco y volteara a ver al chico.

Christian: ¿Qué pasa?... ¿estás bien?- preguntó frunciendo el ceño al ver el semblante serio de la chica.

Roberta: si claro, es sólo que... ¿puedo pedirte un favor?- susurró apenada.

Christian: claro lo que quieras- respondió sonriendo.

Roberta: ¿crees que tú... puedas ayudarme... es decir, crees que puedas enseñarme a montar?

Christian: ¿quieres aprender a montar?... ¿porqué?

Roberta: bueno es que ayudaré en los deberes de la hacienda y supongo que para eso es necesario que pueda montar.

Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora