Capítulo 12

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Diez días después

Christopher bajó del caballo para después ayudar a Roberta a tocar el suelo con sus pies.

Prácticamente aprendió a montar ayer pero ahora era uno de sus pasatiempos favoritos, al igual que las actividades cotidianas del rancho, en estos pocos días había sido testigo del amor y la pasión que él sentía por sus tierras, el mismo amor que lograba contagiarle a ella.

Chris: ¿Te gusta?...

Roberta: me encanta… ¿Porqué nunca habíamos venido aquí?

Chris: no sé- dijo encogiéndose de hombros- pero esto no es lo mejor…

Él le ofreció su mano mientras descendía por el complicado camino de tierra, Roberta lo miró y sonrió antes de tomar su mano.

La llevó hasta una enorme roca desde se podía apreciar mucho mejor el hermoso paisaje.

Roberta: ¿Qué hacemos aquí?

Chris: ya lo verás…- miró su reloj y después hacia el cielo- llegamos temprano.

Roberta: ¿Para qué?- él sonrió y la miró.

Chris: sólo espera, te aseguro que te va a encantar- ella asintió perdida en el hermoso brillo que veía en sus ojos, parpadeo varias veces antes de volver su atención al frente.

Roberta: al menos el paisaje es muy hermoso..

Chris: si… este lugar siempre ha sido muy bonito.

Roberta: seguramente traes a las chicas a este lugar… no te culpo es magnífico para una cita, es tranquilo, solitario y hermoso- dijo desviando la mirada y Christopher sonrió.

Chris: nunca he estado aquí con nadie… es un sitio demasiado especial como para traer a alguien.

Roberta: me trajiste a mí…

Chris: es porque…

El reloj de Christopher anunció las siete en punto y su conversación fue interrumpida por  un ruido muy extraño, Roberta miró a Christopher pero él estaba tan tranquilo mirando el cielo que ella confío en que todo estaba bien.

Roberta: ¿Qué p…- se interrumpió cuando él indicó hacia el cielo.

Ella elevó la mirada y se encontró con un espectáculo natural hermoso y único.

Miles de golondrinas volaban en el lugar y de un momento a otro todas comenzaron a entrar a la pequeña cueva que estaba frente a ellos, el paisaje era único, estaban frente a un hermoso atardecer, en un terreno lleno de flores y árboles y disfrutando de una lluvia de aves preciosa.

Roberta volteó con Christopher y ambos tenían una enorme sonrisa en los labios, él la miró y entonces un dilema se creo en su interior, era incapaz de elegir  cuál de los dos paisajes le gustaba más, la magnífica belleza natural se complementaba con la belleza de ella, con sus hermosos ojos cafés, su nariz perfilada y sus labios… esos hermosos labios con los que había soñado los últimos días, él sonrió de lado y ella se ruborizó antes de bajar la mirada.

Christopher: nunca nadie había estado aquí conmigo porque… nadie ha sido tan especial como tú.

Ella lo miró y sonrió totalmente encantada ¿Cómo es que él lograba que su corazón se descontrolada así en sólo un segundo?.

Christopher admiró sus ojos y después bajó la mirada a sus labios, imaginando el deleite y la suavidad que seguramente otorgaban con un simple beso.

Roberta humedeció sus labios y eso terminó con su fuerza de voluntad, lentamente fue  acercándose a ella, y acariciando su mejilla eliminó cualquier espacio que existía entre ellos.

Ambos estaban nerviosos y se podía sentir en sus temblorosas manos, Christopher besó lentamente los labios de aquella pelirroja y al separarse fue testigo de una de las sonrisas más lindas que había expresado aquella mujer, Roberta suspiró y sonrió antes de rodear el cual lo de él son sus brazos y comenzar un segundo beso que fue aún más entregado que el primero.

 Ambos estaban nerviosos y se podía sentir en sus temblorosas manos, Christopher besó lentamente los labios de aquella pelirroja y al separarse fue testigo de una de las sonrisas más lindas que había expresado aquella mujer, Roberta suspiró y sonr...

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