Roberta salió después de ordenar la poca ropa que tenía, no quería permanecer en esa pequeña habitación porque sentía que las paredes se le venían encima y la aplastarían en algún momento. No podía más con todo lo que sentía, necesitaba respuestas, alguna explicación o por lo menos un poco de aire fresco que la hiciera despejarse de todo lo que pasa por su cabeza.El sol ya había caído en la hacienda y aunque apenas habían pasado unas horas, ella sentía que habían pasado días desde que desayunó con una enorme sonrisa por la mañana.
La hacienda parecía vacía y es que después de los reclamos de Maite no se había escuchado nada en la casa. Maite salió azotando la puerta y dejando atrás a su primo cuyas decisiones sentía erradas, las empleadas habían terminado su turno por ser fin de semana y Verónica, seguramente está disfrutando del jacuzzi que tiene en su habitación; el mismo que ella tantas veces disfrutó al lado de él.
De Christopher no había ni rastro, escuchó su voz hablando con Poncho hace un rato pero fue lo último que supo de él.
Bajó las escaleras despacio, una a una evitando hacer el menor ruido posible, cuando llegó al último escalón de la planta baja escucho como la puerta se abría y una punzada de electricidad cruzó su espalda.
Christopher: Roberta...- lo escuchó susurrar y se paralizó de inmediato, se sentía incapaz de voltear a verlo, así que únicamente continúo caminando- Roberta...- dijo yendo detrás de ella- Rob... Roberta...
Roberta: ¿Qué?- se giró encarándolo, pero la sensación de dolor que atravesó su cuerpo fue tal que comenzó a temblar de un segundo a otro. Él por su parte se quedó sin palabras, incapaz de emitir palabra alguna y únicamente contemplando esos hermosos ojos marrones que ahora estaban muy enrojecidos por la incontable cantidad de lágrimas que había derramado.
Christopher: yo... no creí que respondieras tan rápido... no estoy preparado- dijo tartamudeando, ella rodó los ojos y se giró continuando su camino- no, espera... tenemos que hablar.
Roberta: vaya que original... ahora no puedo, tengo prisa.
Christopher: ¿Prisa? ¿A dónde vas a esta hora?- dijo caminando detrás de ella.
Roberta: a caminar, a montar... a cualquier lugar que no sea aquí.
Christopher: pero quiero hablar contigo.
Roberta: puedes subir y hablar con tu esposa, seguramente tienen mucho de qué hablar, por mí no te preocupes...
Christopher: no...- la tomó del brazo- no hay nadie por quién me preocupe más que por ti... por favor, escúchame- sus ojos suplicantes acabaron con su fortaleza.
Él deslizó su mano desde su brazo hasta tomar su delgada mano y los escalofríos en la piel de ambos se presentaron como siempre.
Christopher comenzó a caminar llevándola de la mano hasta que ambos entraron al despacho, sin embargo no se percataron que alguien los observaba desde la planta alta.
Él cerró la puerta mientras ella se sentaba en las sillas que había frente al escritorio, Christopher giró la silla a su lado y se sentó frente a ella haciendo girar también su silla. La miraba directo a los ojos pero ninguno se atrevía a emitir palabra alguna, hasta que varios minutos después él se aclaró la garganta.
Christopher: ¿me odias?...- susurró, ella suspiró y negó levemente.
Roberta: te amo y por eso te odio, estás casado y no me dijiste nada, dijiste que nunca me harías daño y justo ahora lo estás haciendo... yo no soy una roba maridos.
Christopher: no le robas nada a nadie, mi matrimonio estaba más que roto cuando te encontré... llevaba meses tratando que ella firmara los papeles de divorcio pero siempre se negaba y fue mi error lo sé... pero tuve miedo, a que me rechazaras o a que pensaras lo peor de mí... te lastimé, pero no fue mi intención... perdóname.
Roberta: ¿te vas a divorciar?- dijo con lágrimas asomándose en sus ojos.
Christopher: en cuanto Christian regrese firmaremos los papeles, así ella quiera o no.
Roberta: y mientras regresa se quedará aquí- soltó molesta.
Christopher: no quiero arriesgarme a que desaparezca y tener que buscarla de nuevo.
Roberta: está bien...- se levantó y comenzó a caminar a la puerta pero él la detuvo antes de que llegara ahí.
Christopher: por favor no quiero terminar lo nuestro.
Roberta: ¿y que pretendes? Que sigamos juntos mientras tu esposa está en la habitación de a lado...
Christopher: ya te dije que me divorciaré
Roberta: pues mientras lo haces a mí déjame en paz, no quiero ser la amante en esta casa.
Christopher: tú no eres eso... ni siquiera lo pienses, ¿quieres que ella se vaya? Muy bien, ahora mismo le digo que tome sus cosas y busque donde quedarse- dijo desesperado.
Roberta: si, y con eso no sería únicamente la amante, sino que también sería la mujerzuela que obligó a un hombre a echar a la calle a su esposa.
Christopher: creo que estás siendo un poco dramática con esto.
Roberta: ¿dramática?... tú eras la persona en quien más confiaba en el mundo, todo lo que conozco, todo lo que tengo está ligado a ti... tu casa, tus amigos, el rancho. Todo aquí es tuyo, tú eras mi muro de contención, mi refugio pero me mentiste y ahora no sé cómo volver a confiar en algo- dijo entre lágrimas- debiste decírmelo antes de que te amara de la forma en que lo hago.
Él la abrazó sin saber que más hacer o decir después, ella le respondió el abrazo después de unos segundos de resistencia, y se refugió en sus brazos como una niña pequeña.
anoniromo
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Destino ©
Fanfiction¿Quien iba a creer que tomar el segundo camino esa noche marcaría su vida para siempre? Christopher estaba a un paso de rendirse; jamás encontraría a la chica adecuada para él ¿Es que acaso las mujeres de buen corazón ya no existían o sus perspectiv...